30. Intermediarios

1.9K 212 13
                                    

—Antes que nada, quiero hablar con ustedes dos un momento a solas —solicitó Renart mirando por encima del hombro a Radamanto y a Alex, quienes lo seguían a dos pasos de distancia.

Se dirigieron a otra puerta, diagonal a la que acababan de salir. Detrás de ésta aguardaba una acogedora sala con tres amplios sillones, tapizados en pieles marrones, con una pequeña mesa en madera sencilla al medio. Esta habitación igual de rústica como toda la casa, contaba con una chimenea hecha en piedras pulidas. Al fondo había un amplio estante abarrotado de libros y pergaminos de todo tipo y a un lado, en la pared, colgaban varios papiros con dibujos y escritos en diferentes lenguas. Era un pequeño estudio donde Renart permanecía la mayor parte del tiempo investigando el mundo conocido y desconocido.

—Siéntense, por favor —solicitó el conde, señalando los asientos.

Radamanto y Alexander accedieron, acomodándose en un mismo sofá mientras Renart se ubicó en el que estaba frente a ellos; chasqueó los dedos, acción que invocó fuego en la chimenea tras él, brindando un poco de calor.

—Quiero que sepan que las instalaciones de esta fortaleza están a disposición de cualquiera, y con cualquiera me refiero a aliados o enemigos —comentó, mirando a ambos sujetos con gesto amable.

—Eso quiere decir que si Cornelius decide pedirte asilo, ¿lo apoyarás? —ironizó Alex, quien se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas.

—Ciertamente si —aseveró Renart. Alex abrió los ojos de golpe por un segundo, tratando de tomar no en serio lo que acababa de afirmarle. El comentario solo lo hizo en burla, pero la respuesta que le dio lo convenció de que iba en serio ofrecer asilo a ese traidor.

—¿Ayudarás a ese asesino? —reclamó Radamanto, con evidente molestia quien no dudaba de su palabra.

—Hay un par de cosas, términos y condiciones que rigen esta fortaleza que son superiores a mis ideales y las cuales no puedo contradecir. —El conde hizo una pausa, inhaló para luego mandar el cuerpo al frente, imitando la postura del joven—. Esta fortaleza fue creada por un Intérprete como asilo para los caídos en guerra...

—¿Este es el Asilo de las Valquirias? —enunció Radamanto, sorprendido, abriendo los ojos de par en par, quedando boquiabierto al final.

—Si —resolvió Renart, riendo entre dientes ante esa mueca.

—Me explican, no soy tan sabiondo como ustedes —intervino Alex quien lanzaba miradas furtivas, esperando una pronta respuesta.

—Este lugar fue creado por un antiguo Intérprete para dar refugio a muchos soldados derrotados en guerra, fueran aliados o enemigos —explicó Renart—. Solo los recientes caídos de la guerra de hace veinte años habitan aquí, ya que yo les di a conocer este sitio, pero advierto que ahora con lo que se avecina, cualquiera puede tomar parte de este lugar y es aquí donde les pondré unos puntos claros.

Renart volvió a recostarse en el asiento, echando un vistazo general a la habitación.

—En este lugar está nula toda agresión ante cualquier enemigo, es decir que inhibe la violencia. —Radamanto y Alex lo vieron con desconcierto a lo cual sonrió—. ¿Vieron los niños? — indagó mientras reparaba atento en cada uno.

—Si —respondieron a la vez.

—Antes de ir al siguiente punto, quiero aclarar que en lo que vayan a hacer, no me involucren en ello ni hablen de eso delante de esos niños.

—Pero, Renart, necesitamos de tu ayuda ahora más que nunca —reclamó Radamanto, esta vez endureciendo la mirada.

—Te advertí que no intervendría en ello, y no discutamos más eso —advirtió el aludido siendo severo.

El Intérprete y el Guardián - Parte I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora