19. Infancia perdida [Prt. II]

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—¿No irás a la cruzada suicida? —le preguntó a Drek, juntando las cejas mientras se asomaba a un lado, percatándose que los integrantes de la aquella misión se habían marchado.

—Le dije a Betfor que al terminar de recibir el informe de Gurlok lo alcanzaría. —Ella sin comprender, frunció más sus facciones. Al final se encogió de hombros sin prestarle importancia al asunto para luego despedirse de los niños. Retomó el camino esta vez acompañada del príncipe.

—¿No es que no te gustan estas cosas de informes y demás? —inquirió mientras veía de reojo a Drek quien imponente, andaba con la frente en alto sin apartar la vista de enfrente.

—Soy el futuro rey, es mi deber saberlo todo y cuanto antes mejor —explicó en tono áspero—. ¿En esos pergaminos está la información? —preguntó, señalando con desdén lo que André llevaba en la mano.

—Sí.

—Pásamelos —solicitó, estirando la mano.

Ella se los pasó sin remedio. Lo vio de reojo para cerciorarse que los recibiera. Él igual la observaba por el rabillo del ojo pero siendo mezquino; al parecer iba en serio el repudio que le tenía.

Sus manos se rozaron por cuestión de segundos. La expresión de Drek fue retraída, se puso rígido y sus ojos que eran verdes se tornaron oscuros. Jaló los pergaminos, apartándose de ella, apresurando el paso. Confundida, André lo siguió.

Llegaron ante la muralla que protegía el acceso al castillo; los guardias les abrieron las puertas para que ingresaran. No había mucho movimiento, escasos sirvientes deambulaban. A la distancia, saliendo del castillo vieron a Natalie ayudando a unas señoras a llevar unas canastas con comida.

—¡Natalie! —la llamó Drek alzando la voz. La mencionada se abrumó ante el llamado, enseguida se acercó, manteniéndose sumisa, con la vista en el suelo.

—D-dígame —tartamudeó, su sola presencia la ponía nerviosa.

—¿Dónde está Cornelius? —preguntó altivo, ignorando su comportamiento, no estaba para cordialidades.

—Recién lo vi ir a la cocina —respondió, viéndolo por unos segundos para fijar de vuelta sus ojos en el suelo—, ahora debe de estar en su cuarto.

—Gracias. —Fingió una sonrisa y siguió su caminata.

Se alejó a paso firme hacia al castillo pero se detuvo. No escuchaba pasos tras él así que se giró; como sospechó, André se quedó a dialogar con Natalie.

—¡André! —la llamó casi gritando; ambas lo vieron, sorprendidas. Rápido, la aludida se despidió y corrió a su lado.

—Ya voy no te sulfures —chantó la rubia, mientras se acercaba caminando con desgana, arrastrando los pies.

—Es importante saber cuánto antes lo que pasó y tú te la pasas despreocupada jugando y dialogando —reclamó, juntando las cejas; en serio que le costaba armarse de paciencia con ella.

—El informe lo esperaban hasta mañana y lo hice en menos de seis horas. —Mientras hablaba, contenía un bostezo que al final se le escapó—. No entiendo por qué tanto alboroto.

Continuaron en silencio hasta que llegaron al ala oeste del castillo donde se detuvieron al final del pasillo frente a una puerta alta hecha en roble. Drek golpeó un par de veces pero no hubo respuesta.

—Debe de estar... aun en la cocina —comentó André entre bostezos.

—Es de mala educación eso que haces, al menos tápate la boca —espetó Drek con hastió, volviéndose para verla.

El Intérprete y el Guardián - Parte I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora