24. Recuerdos [Prt II]

1.5K 196 55
                                    

—Lo haré —espetó ella sin miramientos; no entendía que dejara que la humillaran cuando antes la hubiese defendido sin importarle las consecuencias. Entendió que no había vuelta atrás, que lo mejor era acatar esa petición; "todo sea por él".

Drek volvió a verlos; Cornelius aun la sostenía con firmeza del cabello por lo que, irritada, sin soportar su maltrato, usó la espada para cortarse de un tajo su larga cabellera. También tomó una decisión: obedecer a su modo las cosas.

—Entonces, adelante —ordenó el viejo mientras se quitaba de las manos el cabello sobrante.

—Con una condición, anciano —le advirtió, dando vuelta para encararlo. El desafío en su expresión hizo que el viejo quedara nulo ya que nunca antes le había hablado así.

—¡¿Cómo te atreves?! —reclamó, yendo hacia ella dispuesto a reprenderla, pero enseguida lo detuvo poniéndole con la espada en el pecho.

Los presentes quedaron estupefactos ante la escena, incluso Drek, la situación parecía fuera de control. Ella nunca antes había protestado, reclamado o amenazado a sus superiores, era respetuosa con todos y cada uno, pero al ser protagonista de esa humillación, se convenció en no seguir siendo más un soldado y por primera vez ser un igual.

—¡No volverás a mandarme! —exaltó, mirándolo con odio, conteniéndose de clavarle el arma en el pecho.

Se hartó de ser blanco de chismes, que pensaran que era la favorita de Drek sólo por ser su escolta personal y cómplice. Estaba cansada de los entrenamientos día y noche sin descanso, de recibir órdenes absurdas que iban en contra de su voluntad de querer ayudar a los demás. Su amabilidad fue y siempre será incondicional. Ya no quería ser el muñeco de trapo para Cornelius, sabía cómo era ya que en más de una ocasión limpiaba los destrozos que ocasionaba, todo por el bien según él. Sabía contra quién se enfrentaba y prefería estar en manos del diablo a que éste decidiera tomar por presa a Drek.

—No te olvides con quién hablas —advirtió el viejo, atento al movimiento de la espada que amenazaba con herirlo. Ella se le acercó con cautela retirando la hoja metálica de su pecho. Estando cerca resolvió también darle un aviso que esperaba le quedara muy claro.

—Sé lo que tramas, pero no conseguirás doblegarlo, eso tenlo por seguro —acusó con severidad en un susurro, su alma era muy noble para exigir por su bien propio.

—No sé de qué hablas y no creas que esto lo pasaré por alto —amenazó, sin apartar la mirada de la suya.

Decidió obedecerlo como siempre lo hizo, pero a su propia manera. Viró en dirección al príncipe, soltando la espada a un lado.

—Soy más ágil con la espada que tú, mejor que sea equitativo —sugirió ella, viéndolo esta vez de forma burlona, solo para provocarlo.

Drek tomó sus palabras como una ofensa; tiró su arma a un costado, alzó la guardia, dispuesto a lo que vendría, pero antes de que siquiera meditara golpearla, ella se le adelantó dándole una patada frontal en el estómago, sacándole parte del aire, dejándolo desorientado por un instante. Pudo soportar el golpe, apenas si le sacó parte del aire así que no demoró en reponerse, más que dispuesto a corresponder esa contienda. Subió los puños dando inicio al combate.

André con sus tácticas orientales de defensa, evadía los golpes mientras que Drek, de la forma que siempre aprendió en esas tierras de elementalistas y guerreros de élite, trataba de asestarle un golpe. Era pequeña por lo que con facilidad esquivaba los golpes del furibundo príncipe, en cambio él, por ser grande, fuerte, intentaba acabar con ese acto circense conducido por Cornelius, solo que su contrincante no se la dejaba fácil.

El Intérprete y el Guardián - Parte I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora