4. De la intersección a...

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  • Dedicado a Sharon Bernal
                                    

André salió de la tienda, esperando a que Natalie y Tom comieran y se cambiaran de atuendo. Aguardó sentada frente a la entrada, cruzada de piernas, perdida en sus sugestiones, recordando su intromisión a Asturian en busca de esos dos chicos. Estaba preocupada, aún más cuando Drek, aquel imprudente príncipe, la acompañó en su misión de espionaje, viéndose embrollado en esa situación.

"Estoy desvariando"; pensó rendida, tomando un puñado de pasto, lanzándolo a un costado, tratando de restarle importancia. No asimilaba del todo que al fin hubiesen encontrado al Intérprete y el Guardián, después de todo, su hallazgo implicaba muchos riesgos en los que se verían envueltos muchas de las personas que estimaba y protegía.

—¡Listo! —enunció Tom al salir de la tienda, sacándola de su ensimismamiento.

Le sonrió en respuesta; esperando unos minutos, Natalie apareció, luciendo con otras ropas, parecidas a las que André llevaba puestas.

—Bueno, síganme. —Se puso en pie, caminó seguida de los dos chicos, atravesando el campamento casi desarmado.

Al llegar a las limitaciones del bosque, cruzaron un sendero, para adentrarse en él. Anduvieron un buen rato, escuchando de fondo el agua caer, percibiendo el fresco aire, haciendo que una oleada de paz los embargara por unos instantes.

Arribaron al filo de un peñasco por donde desembocaba una cascada, topándose con varios hombres, entre ellos el príncipe Drek. Ante su presencia, André trató de ignorarlo, pero era imposible por la mirada penetrante que le dedicaba. No comprendía el porqué de su odio desmedido, por lo que evitaba por todos los medios encontrárselo, cosa casi inevitable.

Drek por el contrario, era un acto reflejo que siempre la viera de ese modo. Se le venía a la mente todos los momentos a lo largo de diez años, donde compartieron experiencias, intentando comprender por qué había cambiado tanto, siendo indiferente e inmadura en situaciones tan riesgosas.

Restando importancia a la actitud indiferente de la rubia, volvió su atención hacia la caída de la cascada; inhalando hondo, se tiró al vacío. Tom y Natalie se asomaron a ver; el príncipe cayó al agua pero no salió de ella. Acto seguido, los hombres que lo acompañaban se lanzaron pero al sumergirse no emergieron. Abajo en el profundo rio que desembocaba, se percataron que los caballos de carga y las carrozas entrar al agua pero igualmente no salían.

—No se preocupen, ellos están bien —afirmó André tras ellos, captando su atención—. Esta es la intersección.

—¿Qué es eso? —preguntó Natalie, frunciendo el ceño.

—Es un portal que usamos para ir de un lugar a otro, es para ahorrarnos días de viaje. Adelante, láncense.

Los dos se quedaron viéndola con los ojos abiertos de par en par, negando a la vez. En ese momento, un par de hombres llegaron, los miraron de reojo y de inmediato se tiraron al vacío sin pensarlo.

—¿Ven? No tienen por qué temer —repuso André viendo con gracia a los dos chicos asustados—, les aseguro que saldremos vivos del otro lado.

—¿Otro lado? —balbuceó Tom; pasó saliva, se puso pálido.

La joven guerrera los tomó de las manos, se paró al filo de la cascada; quedaba pequeña en medio de los asustados chicos. Natalie no pudo evitar pensar que estaba loca, creyendo un disparate lo que decía, además de que era de menor que ellos, ¿por qué tenía que hacerle caso?

—Seré pequeña pero no loca —intervino André aun contemplando la caída del agua.

—¿Cómo haces eso? —preguntó la joven arrugando el gesto al escucharla; la rubia sólo rio entre dientes.

El Intérprete y el Guardián - Parte I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora