14. La cripta de los Intérpretes

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—¡¿Que haga qué?! ¡Son aprendices, no podemos llevarlos así como así! —alegó André airada.

—Es la única forma. Aquí en la seguridad del castillo no han avanzado nada. Enfrentándose a los peligros que ahora nos brindan la plaga de vampiros y hombres lobo es perfecto para que los dos saquen a flote sus dones —explicó Cornelius.

—Es buena idea. Además, también pondremos a prueba sus habilidades con ellos —añadió Igor.

—A duras penas saben manejar la espada y tomar un escudo, no les exijan tanto. En serio lo desapruebo —declaró la joven, mirando con enfado a los dos hombres con los que discutía.

—Ya es una decisión tomada, y será mejor que se preparen porque esta noche iremos —aseveró Cornelius, quien irritado paseó una mano por su blanca cabellera.

—¡¿Qué?! —exclamaron Igor y André a la vez, viendo como el viejo daba media vuelta para retirarse del recinto.

Se encontraban en la habitación de Igor, ubicada en la parte inferior del castillo. El cuarto parecía una cueva ya que el techo era rocoso; daba la impresión de ser una superficie pulida pero las estalactitas le proporcionaban ese toque peligroso y cavernoso, además que destacaban piedras de varios tipos, colores, tamaños y formas. Aquel curioso que quisiera arrancar una del techo, no se iba sin recibir un par de lesiones y un regaño del mismo Igor.

—No lo veas a mal querida —habló Igor en voz serena—, es buena idea.

—Si claro —ironizó André—, en medio del bosque infestado de bestias, sin mencionar que es territorio restringido ¿recuerdas? Mala idea, en serio.

—Ya está hecho, y si quieres que todo salga bien, es mejor que prepares a los muchachos...

•••

Fue complicado convencer y alistar a Natalie y Thomas para la expedición que organizó Cornelius. Ellos sabían de antemano que no se debía entrar de noche a un bosque, sea cual sea, además de que no tenían claro hacia donde se dirigían. El grupo era de sólo nueve personas, otro motivo que se sumaba a sus preocupaciones.

—Sólo siete —recalcó un chico de negros rizos, estaba pálido por la noticia.

—Dije nueve, no siete —aclaró André.

Natalie y Tom junto con su mentora, estaban en la armería de la ciudad amurallada, mirando armaduras y armas para llevar.

—Siete —refutó una castaña de ojos mieles que preocupados repararon en una chica rubia, quien revisaba un par de dagas que luego enfundó en su cinto—. Nosotros dos no seremos de gran ayuda.

Natalie estaba al lado de una mujer que con una cinta medía sus extremidades, pecho y espalda. Tom ya tenía una ligera armadura puesta, a su espalda cargaba un escudo y en su cintura una espada.

—Ustedes serán de gran ayuda, no subestimen de lo que son capaces —les reprendió André.

A pesar de ser menor que ellos, le tenían respeto. Les salvó la vida dos veces y era su maestra en combate cuerpo a cuerpo, y aunque sabían lo básico, los entrenaba arduamente luego de que Erdor y Cornelius les enseñaran respectivamente sobre el manejo de sus dones.

—Iremos a exterminar bestias, de por si no seremos útiles —expuso Tom.

—No vamos precisamente a eso. Tenemos que investigar algo en medio del bosque de Lorta.

—Y se puede saber ¿qué es eso que investigaremos? —consultó Natalie.

—Lo sabrán cuando que estemos allá...

El Intérprete y el Guardián - Parte I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora