21. Nemuritor

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Contra todas las preocupaciones, los afanes y angustias, luego de varias semanas exhaustivas entre exterminios de inmortales y reparación de daños, en el castillo de Wanhander se llevaba a cabo una celebración que aliviaba en algo el desconcertante ambiente. Una fiesta discreta y elegante, donde reyes de lugares aledaños, algunos de las once provincias y gente importante asistió; era de esperarse, puesto que se trataba del cumpleaños número veinte del príncipe Drek Turner de Grant Nalber.

Como era también de esperarse, muchos no fueron, los Cedélicus en parte porque aún estaban ofendidos por ciertas especulaciones de los habitantes de Grant Nalber, al acusarlos de traer la plaga de licántropos y vampiros. Evereth aun indignada y ofendida, no asistió obviamente porque ya no sería la futura reina de Drek, y algunos nobles que insatisfechos por la protección que les brindaba el ahora conocido ejército de la Rebelión, mostraron con su inasistencia su inconformismo.

La celebración aparte de ser discreta, cumplió con las expectativas de Cornelius, quien supervisaba cada invitado y se encargaba de que fuera perfecta. Drek por el contrario, serio como buen guerrero cambiado por la guerra, se dignó a aparecer para recibir felicitaciones y halagos de ciertas princesas que querían estar con él. Y que a pesar de no querer, reprendido por su tutor, fastidiado hablaba con atolondradas doncellas, anonadadas de su perfecto y apuesto ser.

Por otro lado, la guardia del castillo estaba más que reforzada. La arquería al tanto de cualquier amenaza, tenían sus armas listas para ser usadas. Los soldados a cargo de resguardar las murallas, recibieron la orden de no dejar sus puestos de vigilancia por ningún momento y sólo por esa noche no se permitía el ingreso de las campañas de expedición.

La hora del baile fue la más esperada por las princesas que querían aprovechar la oportunidad para invitar a Drek, el cual resignado aceptaba, sólo para olvidar la desgracia de no poder verla a ella, por lo menos en el día de su cumpleaños, debido a que se encontraba de viaje, en tierra de feroces criaturas.

"¿Qué estará haciendo?" Pensaba cada que la recordaba.

Fue en ese momento en que sólo una doncella captó su atención completamente, no por su porte elegante, ni por su oscura cabellera lisa, perfectamente peinada y arreglada, ni su blanca piel como la luna llena. Fueron sus ojos rojos, tentadores, desafiantes y ciertamente hermosos los que lo atraparon. Se acercó a ella, no por ese motivo, sino porque no socializaba con nadie, apreciando el evento con curiosidad y mofa, analizando atentamente cada persona. Esta joven era Tamara; entró a aquella fiesta sin invitación, buscando a quien Radamanto le indicó como la elegida.

Al estar casi a su lado, ella rio coqueta pero siguió caminando, fingiendo ignorarlo. Fue cuando se toparon juntos, llegando a la salida del castillo con puertas abiertas, en donde ella decidió volverse para encararlo.

—Los meriortes son tan predecibles. Con tan solo verte caminar, sé que no eres fácil de persuadir, así como finges dureza para ocultar tus verdaderas intenciones. —enunció ella con cierta arrogancia.

—¿Quién es usted? Nunca le había visto —cuestionó Drek esta vez endureciendo la mirada. Escuchar la palabra meriorte lo irritaba de momento, un término despreciativo que en cierta medida no pudo objetarle por ser una bella y fina mujer. Tamara rio de nuevo, pero esta vez divertida.

—Hace tiempo que no venía a Grant Nalber... demasiados inviernos sin venir... —Volvió esta vez a verlo con nostalgia—. Mi nombre es lo de menos, lo importante ahora es que me estorbas, jovencito.

—Me lo dice... —Se detuvo en su burla. No era precisamente con una adolescente con la que hablaba. Al percibir su silencio, ella lo acompañó con una carcajada—. Pensé que los Borsgavios no vendrían a esta reunión.

El Intérprete y el Guardián - Parte I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora