Capítulo 27

5.7K 273 87
                                    

La respiración relajada de Hugo hizo que me durmiese enseguida encima de él. Mi corazón bombeaba sangre demasiado deprisa y la sobrecarga de emociones que inundaba el dormitorio anoche era demasiado desbordante así que supongo que esa fue la razón por la que ambos nos dejamos caer en los brazos de Morfeo.

Lo que pasa es que no me esperaba que cuando abriese los ojos, él siguiese ahí, debajo de mí, mientras su brazo rodea mi pequeño cuerpo atrayéndome hacia sí. Escucho la respiración de Hugo tranquila, profundamente dormido y levanto la cara para ver su rostro. Siento como el corazón se me encoje un poco. No me cabe en la cabeza como alguien puede tener esa cara. Perfectamente podría hacerse pasar por una de las esculturas que vimos ayer en el museo.

Sin pensarlo, levanto la mano y acaricio su cara.

Joder, Hugo... qué me has hecho.

Dejo escapar un suspiro y vuelvo a apoyar mi cabeza en su pecho.

Todo lo que me dijo anoche... Espero que no se arrepienta. Él tampoco sabe como manejar lo que siente, incluso sé perfectamente que a él le aterra esta situación más que a mí y por eso tengo miedo de que cuando se despierte todo lo de anoche se desvanezca con el aire.

Vuelvo a cerrar los ojos y me aferro a él, intentando aferrarme al momento por si de pronto se me escapa entre los dedos.


Me vuelvo a despertar cuando un potente chorro de luz arrolla toda la habitación. Tardo un poco en acostumbrarme a la claridad y, cuando por fin consigo enfocar, veo a Samantha mirándome fijamente y con los ojos muy abiertos. Me siento enseguida.

Miro para abajo y veo a Hugo frotándose los ojos, despertándose. Sus ojos verdes me miran durante un momento, pero creo que ve mi cara de pánico que mira hacia atrás. Nada más ver a su hermana al lado de la persiana, se yergue también.

La manera en la que esta situación es incomodísima.

—Solo voy a decir... que menos mal que he venido porque se me había olvidado un libro, porque si no llego a entrar, faltáis a clase, mis niños.

Hugo y yo nos miramos y es como si la realidad nos golpeara.

—Mierda, es verdad —Masculla Hugo.

Me levanto y me estiro la falda. No me llegué a quitar la ropa de ayer.

—¿Cuánto tenemos?

—Os habéis perdido el desayuno. Tenéis como diez minutos.

Resoplo y cojo las cosas para darme una ducha corta. Hugo se dirige hacia la puerta. Abro la boca para decirle algo. Él abre la boca para decirme algo. Al final ninguno decimos nada. Hugo sale por la puerta y yo cierro la puerta del baño antes de que mi amiga me bombardee a preguntas.


—¿Sabes que esto no se le hace a una persona? —Me dice Sam cuando por fin me preparo y bajamos para asistir a nuestra primera clase. Me aliso el pelo con los dedos. No quiero tener esta conversación la verdad —. Entro inocentemente a la habitación para coger el libro de empresariales que se me había olvidado y de paso bajar juntas a clase, y me encuentro... ¡me encuentro! A mi hermano en tu cama. Tú con la cabeza enterrada en su cuello y rodeándole con el brazo mientras él te rodea a ti con el suyo. Te juro que se me ha subido el desayuno del impacto.

Entierro mi cara en las manos.

—No estábamos así.

—Porque no tenía el puñetero móvil, porque si no os hacía una foto. Porque aún no me creo que lo que he visto sea real.

—Anoche... fue intenso —Respondo.

—Joder. Para que hayáis acabado así... Tienes mucho que contarme.

El Internado Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon