Capítulo 16

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—¿Nos la vamos a cargar? —Pregunto mientras salimos del pueblo.

—Probablemente. Aunque suficiente castigo es que tengamos que volver andando. Y aún más por el hecho de que es muy probable que llueva.

—Me lo llevo temiendo toda la tarde. Suerte que ha aguantado todo el partido. Con mi suerte...

Seguimos caminando. Solo el ruido de los pájaros rompen el tranquilo silencio. A partir de aquí es seguir andando por el borde de la carretera. El campo rodea los lados del asfalto y ya que no pasa nadie, y es muy probable que no no haya mucho transcurso de coche por aquí, nos permitimos ir por la carretera ya que la tierra húmeda mancha nuestros zapatos.

—¿Sigues enfadada? —Comenta Hugo al cabo de un rato de silencio sepulcral.

Me giro un poco para mirarle ya que el se encuentra detrás mío. No he tenido el valor de quedarme a su lado. Ya es lo suficiente rara la situación como para hacerla más. Hugo me ha besado. Quiero pedirle explicaciones pero las palabras no salen de mi boca.

—Estoy cansada simplemente de estar todo el día de mal humor cuando se trata de ti.

Hugo baja un poco la cabeza.

—Perdón supongo.

Me río un poco irónicamente.

—Perdón, "supones". Guay.

Vuelvo a cerrar mi boca. Me produce una amarga sensación estar así con él. 

Noto la presencia de Hugo a mi lado. Miro de reojo. Creo que está esperando a que le aparte de mi lado o que yo tome de nuevo la delantera. No lo hago.

Seguimos caminando codo con codo.

—¿Alguna vez te ha pasado esto? —No puedo evitar preguntar. Qué se le va a hacer a mi instinto de habladora compulsiva.

Hugo me mira y se ríe.

—La verdad es que no. Pensaba que en tres años que llevo aquí lo había vivido todo, pero no. Nunca había tenido que volver andando al Internado.

Suelto una pequeña carcajada.

—Sí, es mi culpa. Lo siento. Eso te pasa por haberte juntado conmigo. Soy gafe, lo tengo asumido.

El chico de cabello rubio sonríe, haciendo que se le marquen sus pronunciados hoyuelos.
Aparto el pensamiento de lo mucho que me gustan.

—¿Como has llegado a parar aquí? —Pregunta de pronto. Agradezco que intente sacar tema de conversación. El silencio se me estaba haciendo insoportable y si podemos intentar hablar como personas normales durante un pequeño rato aunque sea, se agradece.

Hago un mohín con mi boca.

—Sinceramente, a la fuerza —Me río un poco —. Mis padres parece ser que no confían en mí lo suficiente o algo, porque prefirieron mandarme a un internado antes de dejarme seguir mi vida normal aunque sin ellos al rededor, durante todo el tiempo que tienen que estar fuera —. Hago una pausa —. Es irónico, ¿sabes?. Ya soy adulta, no necesito vigilancia. Sé perfectamente cómo apañármelas sola, es más, casi lo llevo haciendo toda mi vida. No se puede decir que ellos estén mucho por casa... no hubiera habido demasiada diferencia.

—En eso coincido contigo —Añade Hugo —. Mis padres... para mis padres nunca hemos sido una prioridad —la amargura de su voz es palpable, y como el día que me lo contó Samantha, vuelvo a sentir ese sentimiento de pena hacia ellos. Solo por la expresión dura en la cara del chico que tengo a mi lado, se que de alguna manera, por mucho que lo quiera ocultar, le afectado de una manera u otra. Esa contante intención de llamar la atención no ha nacido sola.

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