Capítulo 18

5.8K 216 49
                                    

Abro la puerta de mi habitación y me encuentro que Samantha ya está dentro.

—¿Sam? Todavía faltan quince minutos para que terminen las clases —Pregunto extrañada al verla dentro del dormitorio, cuando tendría que estar todavía dentro de clase de economía.

—Sí, bueno, es que he pedido permiso a La directora, para salir antes por no dejarte enferma sola.

—Todavía no le he dado las gracias propiamente a Noemí, por no castigarnos a Hugo y a mí por lo de ayer —Respondo recordándome a mi misma que si me encuentro bien esta noche, iré un momento a su despacho.

—Eva, no desvíes el tema. ¿Dónde estabas?

Me pongo instantáneamente nerviosa.

—En la enfermería, yendo a por medicina.

—¿Y dónde está el medicamento? —Me pregunta, y yo comienzo a ponerme nerviosa ante su interrogatorio.

—Esto...

—Mi hermano también se ha puesto enfermo, ¿lo sabías?

Muerdo la parte interior de la mejilla.

—¿Estabas con él? Eva, no te estoy juzgando ni nada, solamente responde a la maldita pregunta.

—Vale, sí. Fui a ver esta mañana si se encontraba tan mal como yo; me entró la fiebre y nos quedamos dormidos —Digo lo más rápido posible.

Sam ahoga una carcajada, incrédula.

—Que fuerte.

—Pero no ha pasado nada.

—Eso díselo a tus morros hinchados y a tus ojos brillantes.

¿A pesar de tal humillación, los cabrones siguen brillando?

—No...

—Eva...

Suelto un grito de frustración y me dejo caer sobre mi cama. Samantha se sienta a mi lado.

—¿Qué ha pasado entre mi hermano y tú, exactamente?

—No sé, Sam. Es todo tan confuso... la mayoría del tiempo no puedo con él, y me frustra y hace cosas que... Aj... simplemente quiero estampar mi puño en su cara. Pero, por alguna estúpida razón, cada vez que se acerca a mí, pierdo todo el autocontrol de mis acciones y mi cuerpo reacciona de una forma que nunca había experimentado antes.

Sam me mira un poco perpleja.

—Y yo que pensaba que eras la única que no iba a caer en las garras de mi hermano...

—Y no lo hago. Bueno, para que te voy a mentir. Si que lo he hecho... varias veces.

Mi amiga rubia ahoga un grito.

—¿Os habéis acostado?

Asiento levemente con la cabeza, enterrando mi cara en la almohada.

—Dios, ¿cuántas veces?

Levanto mi dedo índice para indicarle que una.

—Lo de hoy no cuenta —Digo en bajo.

—¿Qué ha ocurrido hoy? Madre mía estar enferma te ha cundido... —Pego ligeramente a Sam en el brazo.

—He dejado que me tocase... y después me ha echado.

—¿Te ha echado?

—Literalmente me ha dicho que me fuera.

Samantha se tapa la boca.

—Le quiero mucho. Pero es un gilipollas; ya te lo advertí el primer día.

El Internado Where stories live. Discover now