Capítulo 20

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La luz que entra a través de la ventana hace que me revuelva en la cama y abra un ojo.

Mi mente conecta los cabos y abro los ojos completamente para afirmar que anoche me quedé profundamente dormida en la cama de Hugo.

Hugo...

Es como si de pronto notase su presencia. Sigue en la misma posición que anoche, con la única diferencia es que ha rodeado mi cuerpo con su brazo.

Ese gesto me provoca un escalofrío por todo el cuerpo y me culpo por ser tan tonta. Está claro que una vez que se despierte y se de cuenta de que me pidió que me quedase, me va a echar como aquella vez. Y no puedo dejar humillarme de nuevo.

Sé que anoche me pidió perdón, pero no sé si puedo confiar en él con aquel estado. Por otro lado dicen que los borrachos siempre dicen la verdad... lo cierto es que no sé qué pensar. Cuando se trata del chico rubio de tatuajes, que duerme plácidamente a mi lado, nunca se qué creer.

Agarro su brazo con delicadeza y lo apoyo en su costado y me levanto tratando de no hacer ningún ruido que le moleste y le despierte. No sé si estoy preparada para enfrentarle de nuevo después de todo lo ocurrido anoche.

Me quedo observándole un momento. Ahora con la luz de la mañana puedo observar mejor sus perfectas facciones.

Por qué tienes que ser así.

Suelto un resoplido y me coloco el vestido bien. Antes de irme, decido ir al baño y rellenarle un vaso de agua para que cuando despierte, se la tome.

—En fin. Espero que valores lo que acabo de hacer y no seas tan gilipollas conmigo la próxima vez —Digo en bajo cuando le dejo el vaso de cristal en la pequeña cómoda de madera.

—Lo hago —Dice Hugo en bajo de pronto, sobresaltándome.

—Ay, Dios Hugo. Qué susto —Exclamo.

El susodicho se revuelve un poco en su cama y se frota los ojos.

—¿Qué hora es?

—No sé. Creo que bastante pronto —Contesto. Estoy un poco incómoda. No quería que pasase esto. Debería haberme ido sin que se hubiese dado cuenta. No sé en qué plan está y no quiero empezar el día con mal pie —Ya me iba.

Hugo no contesta. Abre un poco los ojos y clava su mirada verde en mí.

—Lo siento... mm me quedé dormida —Digo entrecortadamente —. Sé tu política de "nadie duerme en mi cama", pero es que...

—No pasa nada. Yo te pedí que te quedaras.

Me quedo callada.

—¿Recuerdas algo de anoche?

Hugo hace un esfuerzo por erguirse y se sienta.

—Bueno... tengo bastantes lagunas pero sé que, no sé cómo, me planté delante de tu puerta; me llevaste a la habitación y te pedí disculpas.

—Ahá.

—Todavía no las has aceptado.

—Todavía no sé si te he perdonado.

Hugo chasquea la lengua.

—¿Ni un poco?

Niego con la cabeza.

—No te puedo entender lo siento —Respondo —. Me dejas claro que no quieres tener nada que ver conmigo pero después en cambio te plantas borracho y me suplicas que te perdone y que me quede por la noche.  ¿Puedes comprenderme?

Hugo asiente ligeramente con la cabeza.

—No sé qué juego nos traemos desde que pisé este Internado pero yo no puedo permitir comerme la cabeza por alguien como tú.

El Internado Where stories live. Discover now