Capítulo 13

5.6K 228 35
                                    

Cierro el libro de economía con más fuerza de lo normal. De verdad, a veces me planteo por qué estoy estudiando realmente esto si ni siquiera me llama la atención. La respuesta viene en seguida: Por que es lo que tienes que hacer. Heredarás la empresa de tus padres en un futuro.

La verdad es que toda mi vida me han estado mentalizando tanto ese hecho, que nunca me he llegado a plantear realmente lo que me gustaría dedicarme. Una vez hace muchos años, les conté a mis padres que me gustaba eso de actuar; ellos se rieron en mi cara. Me dijeron que podía si quería montarme películas en mi habitación, pero que no me permitirían que me dedicase a ello. La idea de actuar me sigue llamando la atención aunque es un deseo que lo tengo muy enterrado. No va a ser posible.

Suelto un suspiro y decido comenzar a prepararme para montar a caballo con Gèrard. He tenido suerte en que mi yo de hace un mes decidiese meter en el último momento, los pantalones para montar en caballo. Nunca se sabe cuando una va a necesitar las cosas que se tiene en el armario y este caso lo prueba.

Decido ponerme una camisa blanca y encima una chaqueta azul marino con una especie de coderas bordadas de cuero. Me miro al espejo una vez lista. Vale, estoy bastante mona. Me hago una trenza suelta, por que es más cómodo para cabalgar y complementa bastante bien con el look "jinete coqueta" que me he puesto. Decido ponerme rímel en los ojos para que sean más vistosos de lo que ya son de por sí y cojo mi pintalabios granate favorito y lo aplico con delicadeza sobre mis labios.

—Vale, genial.

Cojo un poco de dinero por si acaso y lo guardo en la pequeña bandolera de color teja. Gèrard me está esperando donde habíamos acordado y para mi sorpresa, tiene una pequeña caja de picnic en sus manos.

—Mira, ya he cogido la comida y todo. No he podido pillar mucho. Unos cuantos sándwiches, dos pequeñas botellas de agua, un trozo de tarta y uvas.

—Eso está genial, Gèrard —Sonrío y me pongo a su lado. Los dos comenzamos a caminar.

No tardamos en llegar a los establos. Me había acercado aquí alguna vez para observar, pero no sé por qué no se me había ocurrido preguntar si se podían dar paseos. Pensaba que los tenían para actividades especiales, supongo.

—¿Es gratis? —Pregunto a Gèrard —. Me he traído dinero por si acaso.

—Guárdatelo, es totalmente gratis. Solamente tenemos que rezar que no hayan cogido prestados todos. Hoy hace realmente un buen día.

La verdad es que sí, el cielo se ha despejado completamente y a pesar de que hay varias nubes, como es normal en esta zona, el sol resplandece como pocas veces he visto desde que he llegado a aquí.

El chico que controla todo, apunta nuestros nombres y nos dice que hemos tenido suerte, que solo quedan tres. Pasamos adentro del establo y nos indican cuales son nuestros respectivos caballos. A Gèrard le toca uno de color negro azabache y a mí uno blanco con la crin de color grisáceo. Sonrío al verlos, son preciosos.

—Qué disfrutéis, tenéis dos horas y media —El chico nos da la equipación necesaria y nos explica cuales son los límites establecidos por el Internado y que si los incumplimos, puede que haya consecuencias así que es mejor no jugársela.

Gèrard y yo asentimos con la cabeza y nos montamos. Yo no tardo nada en subir, tengo mucha práctica; en cambio a Gèrard parece costarle un poco más. Me río al ver como a la tercera sigue sin conseguirlo. Le indico lo que tiene que hacer y consigue por fin ponerse encima del caballo.

—Vale genial ahora sólo nos queda una hora —Digo de broma. Gèrard suelta una carcajada.

—Oye, no seas mala.

El Internado Where stories live. Discover now