Capítulo 62: La familia política me asusta más que la muerte

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El sábado del apocalipsis había llegado. Porque, como todo el mundo sabe, el apocalipsis estaba destinado a ocurrir un sábado entre la hora del almuerzo y la de la cena.

-¿Esta camiseta es demasiado informal para la comida?

Lan Huan se encontraba sentado en el viejo sofá del salón de Jiang Cheng, tecleando con tranquilidad algunas de sus ideas para incluir en el argumento de su nueva novela. Estaba empezando a definir los personajes y tenía al menos cinco plantillas para construcción de mundos de fantasía descargadas en una carpeta que rezaba "RECURSOS" en su escritorio. Tenía los conceptos claros, ahora solo necesitaba plasmarlos en palabras, organizarlos y definir la estructura de su nueva saga, y aprovechaba cualquier momento disponible para ello. Todavía quedaban dos horas hasta la fatídica comida con sus suegros y el Lotus Pier estaba a tiro de piedra, así que intentaba tomarse las cosas con calma. Le temblaban las manos al teclear, primer signo de que algo no le estaba yendo tan bien como quería aparentar. La segunda señal fue su ceño fruncido al levantar la cabeza, más propio quizá de su novio que de él y que le salió automático, casi instintivo.

Las maravillas de la convivencia, que se te acaban pegando las manías del otro.

-A-Cheng, esa camiseta es un meme de informática. -O la primera regla de cualquiera que haya estudiado algo sobre ordenadores, porque rezaba en mitad del pecho esa maravillosa frase de "have you tried turning it off and on again?"-. No solo es demasiado informal, también demuestra que en la universidad tenías un problema, cariño.

-Me sigue gustando programar. Y tener un currículum preparado para cuando por fin nos echen de la radio por imbéciles.

-Rectifico, sigues teniendo un problema.

-Dos, en realidad. Son tus suegros y vamos a comer con ellos. Tres si contamos que no sé qué cojones ponerme.

Pues a ver, desde luego esa camiseta no era una opción. No solo era una especie de horterada sarcástica en colores neón, sino que también distaba mucho del estilo casual pero elegante del que solía servirse el locutor y acababa dando una impresión de desaliño, desastre y ansiedad condensadas en un exceso de café. Cosa en parte propia y en parte impropia de Jiang Cheng. Propia por la ansiedad, porque aunque hubiese aprendido a manejarla seguía siendo su mejor amiga. O amiga con derechos, porque Lan Huan ya no sabía si era cosa suya o de verdad se había acostumbrado a dormir con ella. E impropia por lo hortera. Con lo presumido que podía llegar a ser su novio... malas mañas que se te quedan grabadas a fuego cuando tu madre es una diseñadora de alta costura, suponía el escritor. Al fin y al cabo, a él la pasión por las letras se la había pegado su madre.

Exhalando algo que parecía un suspiro, Lan Huan se levantó del sofá y acompañó a su pareja a la habitación. Se encontró con el armario abierto de par en par y prendas de ropa desperdigadas desde la cama hasta el suelo frente al armario. Casi formaban un caminito de camisas en su mayoría negras, moradas o grises. E incluso había por allí alguna que era suya, pero que Jiang Cheng le había robado tantas veces que ya se la había acabado regalando.

-No me juzgues.

-No te juzgo.

-Sí, sí lo haces. Estás poniendo tu cara de juzgar.

El escritor sintió como una ceja se le disparaba hacia arriba sin poder evitarlo. Ignoraba que tenía una cara para juzgar cosas, pero ahora le entraba curiosidad por saber qué clase de expresión sería. Dudaba que fuese peor que la cara que ponía el presentador cuando juzgaba cosas, y eso ocurría bastante a menudo; esa se la conocía bien.

-¿Por qué no usas la camisa que te pusiste en la cena de A-Yuan? -Cuestionó Lan Huan, agachándose para empezar a recoger la ropa del suelo mientras Jiang Cheng se quitaba la camiseta, enfurruñado-. La que compraste. Te queda de maravilla.

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora