Capítulo 61: Esto no tiene tan mala pinta

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-Y, dígame, ¿el edificio admite mascotas?

-Faltaría más. Gatos, perros, canarios, cobayas... hasta niños. Lo que ustedes deseen. Su vecino del quinto piso incluso tiene una boa constrictor. Pero no se preocupen, jamás la deja suelta sin vigilancia por el edificio.

Jiang Cheng y Lan Huan intercambiaron una mirada un tanto dudosa. Lo de permitir animales estaba mejor que bien. Genial incluso. Era uno de sus requisitos mínimos, para empezar, porque no había forma de que Zidian se quedara fuera de su unidad familiar, y menos con la idea de adoptar también un cachorro. Ahora bien, lo del vecino con serpiente... les sobraba, les sobraba un poquito. A ese no irían a pedirle sal, solo por si acaso. Nadie quiere que la boa del de abajo se coma al gato. O al perro. O al novio.

Aquel era el último apartamento que pretendían ver en el día, y menos mal, porque el locutor empezaba a notar el agotamiento calándole en los huesos. Quizá por eso todo le parecía mejor y más bonito que en todo el resto de pisos por los que habían pasado, porque su falta de paciencia hacía que solo quisiese acabar de una bendita vez y tirarse en su propia cama abrazado a la gata. A su lado su novio era el que se encargaba de prestar más atención a los detalles de los dos, aunque a él tampoco le faltaban ganas de tomarse un descanso. Tirarse todo el día de apartamento en apartamento pateando el centro de la ciudad —porque ambos disfrutaban bastante del bullicio urbano— y sin poder pasar por casa desde que salieron agotaría a cualquiera, fuese marca Lan o no. Sin embargo el escritor no podía evitar tener fe en ese último piso. Bastante fe, de hecho. Ese lo habían escogido entre los dos; Jiang Cheng y él, después de cenar acurrucados juntos en el sofá, con una tablet en las rodillas y muy pocas ganas de buscar apartamentos en venta y muchas de comerse la boca y lo que no es la boca. Pero se apareció ante ellos y les llamó la atención, sobre todo por la relación entre tamaño y precio.

En sí misma, la vivienda era cara. Eso sí, al tener en cuenta lo grande de las dimensiones —un bonito ático de dos pisos bastante céntrico— parecía incluso estar de oferta. Al principio Jiang Cheng fue con reservas, porque le daba la impresión de que era demasiado bueno para ser verdad. O estaba encantada por un fantasma psicópata o alguien había cometido un crimen ahí, uno muy grotesco y muy violento. De momento, no parecía ninguna de las dos, pero tampoco le pareció nunca que su novio fuese a ponerse en contacto con otra dimensión y aquí estaban, interdimensionales. En cualquier caso, el piso tenía la cocina abierta al salón, justo como al locutor le gustaba, y este segundo estaba en tarima flotante un escalón por debajo del suelo estándar. Al piso de arriba se subía por una escalera que quería imitar a las de caracol, pero a pequeña escala. Tenía dos habitaciones, una en la que fácilmente podrían instalar una cama de matrimonio o un poco más grande incluso y otra en la que podrían montar un pequeño estudio para cuando necesitasen trabajar desde casa. Cada piso contaba con un baño, y uno de ellos tenía una bañera de un tamaño bastante decente. Cuando lo estaban examinando, a Jiang Cheng le tentó mucho agarrar a su novio del brazo y tirarlo dentro, pero solo por mero interés científico. Quería comprobar que los dos entraban bien, nada más. Una pena que con el agente inmobiliario delante le diese algo más de corte.

Otra de las ventajas era la luz. Tanto el salón como el que podría ser su dormitorio contaba con unos grandes ventanales que casi tenían todo el ancho de su pisucho de alquiler y daban a la calle. Por ellas entraban todos los haces de luz del día, bañando el apartamento en colores cálidos. Lan Huan examinó las ventanas con cuidado, comprobando su estado y que estuviesen bien selladas. Asintió satisfecho y comenzó a hablar con el agente sobre el tema calefacción y electricidad, mientras Jiang Cheng continuaba paseándose por el piso con una lista mental de cosas que le gustaban, cosas que no y cosas que no pero que podía cambiar. Y cambiaría, por supuesto. Al salir estaba bastante seguro de que no se acordaría de nada o de casi nada —porque tenía sueño y ya se había olvidado de lo que había pensado en el pasillo— por eso llevaba una serie de notas de voz en el móvil.

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora