Capítulo 52: ¿Que tu gata qué?

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Lan XiChen se unió a la versión no cultivadora de su amante en la cocina para el desayuno unos quince minutos más tarde, porque decidió tomarse cierta tarea con la calma que merecía. Ignoraba el motivo, pero se ganó una mirada expectante de Jiang Cheng, con las cejas alzadas y esa media sonrisa que solía volverle loco cuando se la dedicaba su querido WanYin. Se atrevería a decir, por culpa sobre todo del brillo que asomaba desde las esquinas, que casi parecía socarrona. Cuando le fue a preguntar por qué, simplemente le contestó en tono burlón diciendo que había tardado poco. El pobre primer jade parpadeó confuso. ¿Acaso un cuarto de hora es poco tiempo para vestirse y deshacerse de las necesidades mundanas más primarias mediante una pequeña sesión de meditación?

Pista: el locutor pensaba que había estado haciéndose una paja. 

Realidad: en Gusu Lan lo de la masturbación debe estar escrito en alguna parte del muro de la disciplina como que no es correcto. Los problemillas de la antigüedad, la represión sexual y eso. Por lo que parece, cualquier tiempo pasado no fue mejor. 

Con anterioridad, su pareja no pareja de cultivo ya le había enseñado a usar el microondas y le había explicado (esta vez con pelos y señales, fundamentos físicos y volviendo a utilizar la anécdota de su hermano a punto de destrozarle la cocina en un accidente nuclear casero) por qué no hay que meter objetos de metal dentro. Se le quedó grabado a fuego que era peligroso, así que con eso el presentador de radio se dio por satisfecho y le pudo tender dos tazas. Mientras Jiang Cheng preparaba un almuerzo sencillo, un par de sándwiches de jamón y queso, Lan XiChen siguió sus precisas instrucciones punto por punto para preparar un café con leche a la manera de aquel mundo. El invento del sándwich le pareció maravilloso y muy ingenioso, pero por suerte se abstuvo de preguntarle la historia, porque su compañero no habría sabido responderle. La diferencia entre las formas más básicas de hacer las cosas también le seguía fascinando, pero al menos ahora no se le ponía cara de idiota. No tanto. Al darse cuenta, el locutor sonrió. Luego frunció el ceño en dirección a su gata, porque había ido a dejarle piensos en el comedero y ella le había seguido pegada a su pierna. Y luego había vuelto igualmente pegada a su pierna y sin hacerle ni caso a la comida.

No había quién la entendiera estos días, de verdad. Empezaba a parecerse demasiado a él y a sus manías incomprensibles. Como Lan Huan al volver dijera que las mascotas se parecen a sus dueños, le partiría las piernas.

-Mírate, si ya casi pareces un habitante de este sitio. 

El comentario socarrón rompió el cómodo silencio según Jiang Cheng pasaba por detrás de él para sacar los sándwiches de la sandwichera (otro de esos aparatos de metal que no hacían más que sorprenderle, este sobre todo por lo específico). La diversión en sus palabras era más que evidente, pero se entremezclaba con un toque de certeza. Al fin y al cabo, la capacidad de adaptación de ZeWu-Jun era remarcable. O todo lo que podía serlo, por lo menos, teniendo en cuenta que en su mundo no existía el agua corriente.

-Me das demasiado crédito. -Le contestó el primer jade con una de sus sonrisas dóciles-. Al menos ya no debes temer que te queme la cocina.

-He sufrido a mi hermano delante de los fogones. Estoy inmunizado ante todo lo que sea temer por mi vida en la cocina siempre y cuando él no esté delante.

-Me... ¿alegro?

-Deberías. Puede. ¿Te apetece azúcar con el café?

Lan XiChen asintió, porque esa bebida era muchísimo más soportable cuando más se endulzaba. Y eso que él nunca había sido un amante de las chucherías, solo un detractor de los sabores fuertes. Jiang Cheng, pese a lo goloso, no pensaba igual, por eso acostumbraba a tomarlo solo. Por eso y porque decía que le hacía más efecto, aunque el cultivador todavía no sabía cuál era el propósito exacto de ese misterioso brebaje de color oscuro.

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora