Capítulo 43: ¡Aguanta!

1.7K 324 79
                                    

Jin GuangYao.

A su lado, Jiang Cheng se dio la vuelta en dirección a la conocida voz con toda la tranquilidad del mundo, como si no pasase absolutamente nada. No pasaba. No pasaba, de verdad que no. Aquello debía ser de lo más normal, se recordó Lan XiChen en su cabeza. Allí Jin GuangYao... no, Meng Yao, aquel era Meng Yao, estaba vivo. Lo sabía. Lo sabía. Ya había hablado con él, aunque solo una vez y de la forma más torpe posible, sí. Había visto a Nie MingJue, que también vivía. Lo sabía. Lo sabía. Lo sabía. Solo tenía que comportarse como lo haría Lan Huan, con familiaridad. Aquel no era ni su víctima ni su verdugo, solo un amigo. Su amigo... sí, su amigo al que le daba nauseas mirar y recordar que le había atravesado el pecho con una espada y empujado a un ataúd. Bien. Genial.

-Ah, Meng Yao, hola.

Dioses... eso iba a ser difícil.

Para el locutor, que pese a lo brusco en su forma de ser se daba cuenta de las cosas, fue más que obvio que Lan XiChen no estaba bien. Nada bien. Se puso blanco de pronto, de repente, tanto que sería imposible pasarlo por alto. Mil veces más profunda que en los primeros intercambios aparecía la sombra en su mirada, tan evidente como preocupante. También un temblor en las manos que sostenían el libro. Todo eso... ¿lo había causado una frase de Meng Yao? ¿Un saludo?

¿Qué se estaba perdiendo? ¿Qué historia rara había ahí?

Jiang Cheng frunció el ceño, aunque como era su expresión por defecto a nadie le pareció raro. Meng Yao llegó a su altura en un parpadeo, justo cuando el cultivador se daba la vuelta. Sonreía calmado, como siempre, y su expresión se ensanchó al ver la tercera parte de la trilogía en las manos de quién creía que era su mejor amigo. Si se le escapó o no lo lívido que se encontraba, nadie hizo ningún comentario.

-¡Has encontrado el libro! ¿Qué te parece la edición, Lan Huan? ¿A qué es una preciosidad? Me costó media vida que los de la imprenta aceptasen los colores exactos que querías, pero valió la pena. -Comentó sonriente. Había dicho algo antes, sí, pero a Lan XiChen le pitaban los oídos y no era del todo consciente de las palabras-. Ya sé que parece que no se le está dando mucho bombo, pero no te preocupes, es solo que las campañas de marketing empiezan mañana. Ya sabes cómo van estas cosas, siempre un desastre. No sé cómo lo hacemos para acabar todo el rato fuera de horarios. -Rio despreocupado-. ¿Lan Huan? ¿Estás bien?

No, claro que no. Se había quedado en blanco, como cuando le llamó durante el primer intercambio y apenas supo reaccionar. Si su voz ya le había desestabilizado por completo verle ahí, delante de él, tan normal, tan genuinamente alegre y sin ninguna marca carmesí corrompiéndole...

Aunque Jiang Cheng ya había notado que algo no iba cómo debería, la pregunta de Meng Yao lo hizo todavía más obvio. Veloz, tomó la mano libre de Lan XiChen, la que ya no sujetaba el tomo y tiritaba como si le estuviese dando un ataque de nervios. Apretó aquellos dedos helados entre los suyos, mil veces más cálidos, hasta que la presión en los nudillos le obligó a mirarle y volver a la realidad. El primer jade tragó saliva antes de mirarlos a ambos y forzarse a asentir como si le funcionase la voz.

-Eh... sí. Sí. Es... muy bonito, sí...

-Ya, claro. ¿Qué te pasa?

-Solo está emocionado con la edición. Ya le conoces. -Bufó Jiang Cheng, saliendo en su ayuda con ese tono cortante de cuando se ponía a la defensiva-. ¿Y tú qué haces aquí?

-Me han mandado de relaciones públicas, a ver cómo va todo el primer día por las librerías. ¿Y vosotros? -El locutor elevó sus manos entrelazadas, aun a costa del poco amor propio que le quedaba después de aquel terrible programa-. ¡Oh! Interrumpo una cita, vale. ¡Habérmelo dicho antes, que yo tampoco quiero ser vuestro sujetavelas!

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora