Capítulo 49: No, sin duda esto no puede ser legal

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La mirada de Lan XiChen prácticamente le quemaba.

Con las túnicas todavía puestas, sin molestarse siquiera en pensar en ellas, el primer jade había entrado a la bañera, una pierna a cada lado de las suyas y las manos afianzando todo su peso sobre el borde. La cinta de la frente había caído al baño, pero a ninguno de los dos les importaba lo más mínimo. Después de sumergirse impregnada en agua, pudo sentir el liviano peso de la tela sobre su rodilla. De pronto Jiang WanYin se creía capaz de notar cada roce con una lucidez que raras veces había poseído. Incluso la respiración contraria a pocos centímetros de su rostro le parecía una bofetada, un tierno golpe que le hacía temblar desde la raíz de los cabellos hasta los dedos de los pies. La madera se astillaba en los bordes, como su voluntad, como sus ganas de mantenerse firme. Aun así se las arregló para respirar hondo y sostenerle la mirada, desafiante. Siempre desafiante incluso a pesar del ardor.

Quemaba. Quemaba tanto como su creciente excitación.

Ardía. Y le encantaba.

-Espero que no te arrepientas de esto, WanYin.

La voz de Lan XiChen sonaba ronca, ansiosa. Tanto como la suya propia si se decidía a emplearla para tentarle un poco más. Le hizo sonreír, porque la lujuria incontenible que luchaba por camuflar se derramaba fuera del honorable ZeWu-Jun sin filtro alguno. Ahora, liberado de las ataduras de sus tradiciones, hablaba sin límites.

-Lo consideraré toda una hazaña si logras que me arrepienta, XiChen. 

Ante ese reto susurrado Lan XiChen le contempló  como ya llevaba un buen rato haciendo, como si no existiera nada ni nadie más que él en el mundo. Esta vez sus ojos, pardos y oscuros, recorrieron todo su cuerpo. Solo de la cabeza a las rodillas entreabiertas, porque los pies ya quedaban a sus espaldas. Sin siquiera tocarle logró que quisiera revolverse. Jiang WanYin se sentía como si le estuvieran arrancando la piel a tiras de forma meramente psíquica. Solo que en vez de dolor no sentía sino la más grande de las tentaciones. Un poco por encima de su bajo vientre se condensaba un picor candoroso que identificaba como la necesidad de tocar y ser tocado. La espera le mataba, y ya llevaba demasiado rato esperando.

Decididas, suprimiendo hasta el más mínimo temblor, las manos del líder de Yunmeng Jiang se alzaron en dirección a las solapas de la túnica de Lan XiChen. Bajo su atenta mirada las coló entre la tela. Buscaban a partes iguales tanto desvestirle como empaparle la ropa, aunque de cintura para abajo ya era todo humedad. Al sentir las elegantes y fuertes palmas de Jiang WanYin posarse en su pecho, el primer jade se entregó a sus labios. El agua le alcanzó el abdomen y se desbordó por los límites de la bañera, curiosa metáfora del anhelo que compartían. Con dedos torpes, apresurados, se desató él mismo el cinturón y lo tiró fuera del barreño. La ficha de jade que llevaba al cinto rebotó en alguna parte, quién sabe si en el suelo o en las paredes. Un tintineo sordo. No giró la cabeza para comprobarlo. En actos paralelos, el líder Jiang le bajó las túnicas por los hombros, hasta que cayeron por su propio peso. Ante sus ojos se reveló una extensión de piel de porcelana y definida musculatura que le hizo temblar por culpa de la impaciente anticipación. Era como el jade, como una deidad. Se encontró evaluando su cuerpo con la misma admiración hambrienta que el propio líder de Gusu Lan le profesaba.

Nunca creyó que el primer cuerpo que acariciaría pudiese ser el de otro hombre, que bajo su tacto en vez de suaves senos se encontrase un tenso abdomen. Menos aún que aquel hombre fuese ZeWu-Jun, el cultivador más reputado de su generación y de varias de las generaciones pasadas. Tanta gente le deseaba y, sin embargo, los labios en los que se deshacía eran los suyos... Una de sus manos se deslizó entre sus bien formados pectorales, palpando la firmeza bajo sus dedos, recorriendo la misma zona que él tenía surcada de latigazos. No podía apartar la vista, o no pudo por lo menos hasta que Lan XiChen no sujetó su barbilla con dos dedos y le obligó a alzarla. La directa brusquedad de ese beso le satisfizo casi tanto como le sorprendió. Sus lenguas se encontraron al principio fuera de sus bocas, antes de ser devoradas por dos pares de labios que se encontraban ansiosos por probar más del cuerpo ajeno. Las uñas de Jiang WanYin se incrustaron en el pecho de su amante debido a lo inesperado. Dejó cinco surcos circulares alrededor de su pezón izquierdo, a prudencial radio.

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora