Capítulo 34: Mejor lo hablamos mañana

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Pasadas unas tres horas desde el inicio de la cena, las familias decidieron que ya iba siendo hora de volver a sus respectivos hogares u hoteles en el caso de ciertos tres Lan. La reunión familiar había concluido con éxito y sin ningún percance reseñable, platos y/o cubiertos voladores (admirable hazaña a tener en cuenta estando Yu ZiYuan presente) o heridos de ninguna clase. Los dos niños hacía ya un rato que habían caído dormidos en los brazos de sus padres y su sueño se había contagiado entre más de un adulto que no podía parar de bostezar. Al ritmo al que iban, Lan WangJi tendría que llevarse a cuestas de vuelta al coche tanto a su novio como a su hijo, pero confiaba en su fuerza de brazos, esa maravilla genética que tanto frustraba a Nie MingJue cada vez que alguno de los dos hermanos se pasaba por su gimnasio. Lan XiChen y Jiang WanYin se sentían agotados, de los que más de toda la familia, sobre todo mentalmente. El locutor creía que no podía más, demasiadas emociones para una sola noche y para un solo día, y demasiado cansancio acumulado a lo largo de dos semanitas de ansiedad vana. En su cabeza todo era un cúmulo de contradicciones que variaban entre la alegría y la frustración. Todo le sabía agridulce, incluso los bombones. Y eso se traducía en un cansancio sin límites. A la puerta del Lotus Pier, mientras se despedían, luchaba contra sí mismo para mantener los ojos abiertos. El primer jade al notarlo no pudo más que ofrecerle su hombro para descansar. Sostenía su mano, sus dedos entrelazados con fuerza. Lo estuvieron hasta que Yu ZiYuan les pilló por banda y les separó para despedirse en privado de su hijo. Puede que hubiese bebido un poco de más, pero seguía tan digna y afilada como siempre.

-Bueno, bueno... Tenías razón, por una vez has escogido un buen partido. -Se mofó la diseñadora cuando estuvieron un poco apartados del resto. El Jiang más joven no pudo evitar poner los ojos en blanco.

-Te dije que no se parecía a papá. -Bufó Jiang WanYin, molesto y extenuado, demasiado como para mantener una conversación con su madre sin tirar por la vía del sarcasmo.

-No tanto como yo creía. Y los tiene mejor puestos que él, desde luego.

-¡Mamá! -Siseó el presentador. Ante su carita indignada, ella se carcajeó sin remordimiento alguno.

-Sabes que tengo razón. -Yu ZiYuan hizo una pausa. Su expresión se suavizó solo en el minuto en el que abrazó a su hijo a modo de despedida. Esos gestos eran tan extraños, tan escasos (podía contarlos con los dedos de una mano) para Jiang WanYin que los atesoraba todos y cada uno de ellos-. Cuídate, A-Cheng.

-Igualmente, mamá. Nos vemos.

Tras abrazar a su madre y despedirse de ella, el locutor regresó con su pareja. Lan XiChen acababa de decirle adiós de sus padres y en su pecho latía una emoción indescriptible y apabullante. Era triste, porque sabía que sería la última vez que los viese con vida, pero se sentía bien. Era como corregir su infancia, reescribir sus recuerdos con un último adiós decente, el abrazo que Lan WangJi y él tanto merecieron y nunca recibieron. Sentía los bordes de los ojos húmedos, pero se pudo amparar en la oscuridad de la noche y la pobre iluminación de las farolas. Menos mal, porque habría sido muy difícil explicarle a su familia por qué estaba al borde del llanto después de una cena tan alegre.

Tras despedirse, la mayoría se marcharon en coche. Ellos no, por suerte, porque ninguno estaba como para conducir. Ellos se tomaron de la mano y encaminaron sus pasos rumbo al apartamento de Jiang WanYin, que solo quedaba a un par de calles. Caminaban con lentitud deliberada, como si no quisieran llegar. Lan XiChen no lo sabía, pero siempre ocurría lo mismo cada vez que iban a cenar al Lotus Pier, siempre volvían al mismo ritmo perezoso. Y, sin embargo, también se morían de ganas de regresar a casa, tirarse en la cama y esconderse debajo de las mantas. Iban perdidos cada uno en sus propios pensamientos. No querían compartirlos, no ahora. De vez en cuando, el presentador bostezaba, cansado. Lan XiChen sonreía cada vez que le escuchaba hacerlo. A veces apretaba su mano y a veces recibía un apretón de vuelta. Los pequeños gestos como esos llenaban su corazón de una envidia dulce que ni él mismo alcanzaba a comprender del todo.

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora