Capítulo 60: Entre hermano y hermano

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Dos pares de pisadas gemelas resonaron sobre la madera pulida y barnizada de los muelles. Dos pares de botas negras que avanzaban a la par, como siempre debieron hacer. Sin embargo, había tensión en sus hombros, en los de ambos. Se acrecentaba con cada instante de silencio, pero no disminuiría cuando empezaran a hablar.

Estaban solos. Era la primera vez desde que reencarnó que se permitían hablar a solas, sin ningún Lan ni evento político ni casi apocalíptico de por medio. 

-Hiciste un gran trabajo al reconstruir el Muelle del Loto, Jiang Cheng.

-Ni que te sorprendiese. No es como si fuera la primera vez que estás aquí.

-Puede que no, pero ha crecido desde que me fui.

Jiang WanYin le lanzó al que un día fue su hermano una significativa mirada por el rabillo del ojo. Pretendía parecer discreta pero en realidad resultaba bastante descarada. El líder del Loto nunca fue lo que se dice sutil, solo en ciertas ocasiones diplomáticas en las que necesitaba obrar con ingenio. En esta, la sinceridad pesaba más que la astucia, la necesidad de aclararlo todo y decidir si todavía había algo que arreglar entre ellos o de su amistad y su hermandad ya no podían salvarse de las cenizas. Ese vistazo era una muestra perfecta de todo lo que le quedaba por decir atascado en el tintero. Si Wei WuXian se daba cuenta de lo que implicaban sus miradas furtivas, prefería no demostrarlo. El cultivador demoníaco se limitaba a caminar solo un paso por detrás del líder de secta, mirando a todas partes como si intentase encontrar las siete diferencias entre el Muelle del Loto actual y el de sus recuerdos.

Había más de siete. Había más de mil. Y por más de trece largos años, Jiang WanYin fue el único capaz de identificarlas.

Los dos hermanos de Yunmeng caminaban a paso lento por los pasillos de madera oscura, como quien pasea sin prisa ni pereza. De vez en cuando Wei WuXian se detenía por unos instantes a admirar los lotos en flor del lago al que daban desde la barandilla o hacía algún comentario agradable, todo con la intención de entablar su primera conversación seria en años. Su terco shidi parecía intentar evitar esos amagos de diálogo, su corazón tormentoso disperso entre mil y un temas distintos. Había demasiado en lo que pensar. Tenía demasiado pesándole en la cabeza y en el pecho, y no sabía si podría encararlo sin que todo eso que notaba latiéndole desde su mismo núcleo dorado —su núcleo, el de Wei WuXian— se convirtiera en un maremoto imparable. ¿Quería hablar con él y dar otro lento paso en dirección a la reconciliación? Por supuesto. ¿Quería sacarse de dentro lo que no se atrevió a confesar en el templo? Sí, mil veces sí.

¿Se atrevía? Eso ya es otra historia.

Lan XiChen y Lan WangJi parecían tener muchas cosas de las que hablar (a poder ser en privado, porque serían cosas de hermanos), así que sus respectivas parejas habían tomado la decisión de dejarlos solos. Ambos pares de hermanos paseaban por el Muelle del Loto, cada uno en diferentes direcciones y cada uno asustando más a los discípulos Jiang que el par anterior en una especie de bucle incomprensible. Ahora Jiang WanYin maldecía esa privacidad que les había dado. Por si no tenía bastante con sus sentimientos en conflicto (el no querer perjudicar a Lan XiChen ni a su reputación, pero, por otra parte, ansiar más que nada en el mundo que se quedase con él todo el tiempo posible) ahora también le iba a tocar lidiar con Wei WuXian. En cosa de unos diez minutos le dolería la cabeza, lo veía venir. Y muy probablemente tuviese razón, aunque no por los motivos que él esperaba.

En un momento dado de su caminata, Wei WuXian comenzó a retorcerse las manos. Debía tener algo importante que decir, pero no se le veía con ganas de atreverse. Jiang WanYin frunció el ceño. Las pasarelas de madera flotantes del muelle los condujeron a un rincón más privado, uno que los dos conocían bien. En su día la ventana de la habitación del cultivador demoníaco (que, por cierto, la había mantenido intacta esperando su regreso, incluso con sus estúpidos dibujitos por todas partes, pero no pensaba decírselo por el momento) había dado justo a ese muelle en concreto. Jugaron en esas plataformas incontables veces, algunas a pillar y otras a esconderse. Celebraron la llegada del buen tiempo tantas veces como años de infancia y adolescencia habían compartido, brincando desde el alféizar de la ventana hasta las aguas templadas de Yunmeng y golpeándose más de una vez con la plataforma del muelle entre medias. Habían saltado juntos desde ahí al lago para echar carreras a nado, lo único en lo que Jiang WanYin había podido ganarle. Detenerse a la vez justo en aquel punto les salió instintivo a ambos, pero solo Wei WuXian volvió la cabeza hacia el edificio de la residencia familiar. Buscaba una ventana baja y grande, lo suficiente como para dejar pasar a un joven adulto pero con la altura exacta para que un niño pudiera salir por ella sin hacerse daño. Cuando la encontró, sintió que la fuerza de las palabras que deseaba pronunciar volvía a su lengua. Luego miró a su hermano, con las túnicas de entrenamiento ondeando dignas pero sencillas al viento y Zidian refulgiendo en su mano derecha. Jiang WanYin había tomado la iniciativa a la hora de quitarse las botas y sentarse al borde de la pasarela. Sumergía los tobillos en el agua como cuando eran críos, una sutil invitación para que hablase, se sentase a su lado o hiciese lo que le viniese en gana. Solo quería una señal de reconocimiento, la que fuera. Hasta la más nimia del mundo le valdría.

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora