Capítulo 54: ¿No deberían haberte dado puntos por esto?

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Lan XiChen juraba que lo adoraba, de verdad, pero esa manía suya se le hacía difícil de aguantar. Se comportaba igual que Zidian (la gata). Menos mal que justo el día anterior había descubierto que el cultivo dual era una solución maravillosa ante esas reticencias, aunque ya tenía alguna que otra sospecha. Ni siquiera se había enterado, y ya de protestar ni hablemos. También es verdad que el propio primer jade no se dio cuenta en su momento de lo que estaba haciendo, simplemente vertió su energía en él por mero impulso, por el instinto más puro.

Tenía ganas de repetirlo, la verdad.

Al cabo de no demasiado tiempo allí, un hombre joven vestido con algo que parecía un uniforme de colores claros les atendió por fin. Jiang Cheng le dejó esperando fuera mientras acompañaba al veterinario a la revisión de Zidian con la promesa de no tardar demasiado. Lan XiChen se encontró sentado en el veterinario sin saber muy bien qué hacer. Cada vez que se quedaba solo en ese mundo, se sentía perdido, agobiado e incluso un poco desamparado. Temeroso por volver a encontrarse a los que habían muerto hacía ya tanto. Intentaba no mirar a Qin Su y no rememorar como la empujaron al suicidio, como una muchacha tan amable y tan dulce encontró la muerte a manos de un hombre al que quería sinceramente. Al que ambos querían. En el que ambos confiaron... Aquella herida todavía le dolía, aunque rodeado por las personas que le querían sanar era una tarea un poquito más fácil. Su tío, su hermano, su cuñado, WanYin... estaban ahí para él. Qin Su no tuvo a nadie, y murió. Pero ahora, mientras tranquilizaba a su perro, que era casi más grande que ella, parecía bastante contenta, así que el primer jade pudo respirar con un poco más de paz. Recitó una oración silenciosa en su cabeza, pidiéndole a los dioses que permitiesen que el alma de esa pobre chica descansase tranquila y alcanzase la paz en su próxima vida en su mundo. Que fuese tan feliz como parecía serlo en este.

El presentador no le dejó solo por más de veinte minutos, pero se le hicieron eternos. Viendo al resto de gente a su alrededor, lamentó haberse dejado olvidado el móvil de Lan Huan. Podría haber explorado ese artefacto. Ahora entendía que esos curiosos cacharritos servían para mucho más que comunicarse. ¡El ocio! El ocio, algo tan descuidado en su tiempo (en especial si eres un líder de secta estresado), allí se tomaba como una parte esencial de la vida. El ocio estaba al alcance de la mano de cualquiera, cosa que le parecía maravillosa, encerrado en esas cajitas de metal a las que llamaban teléfonos. ¿Qué clase de ocio ocultaría el móvil de Lan Huan? Seguro que tenía cosas para leer. Quizá incluso podría haber encontrado su libro, esa habría sido una buena idea. Por desgracia para él, como a efectos prácticos salió de casa con los pantalones sin abrochar —más que nada porque salieron pitando en cuanto Zidian entró en el condenado trasportín—, cualquier accesorio extra o ajeno a su mundo se le olvidó por completo. Ahora lo lamentaba. Podría haber empleado ese tiempo para aprender a usar esa herramienta mágica y todopoderosa que en aquella realidad se conocía como internet.

Lan XiChen suspiró. Mientras esperaba sentado en la misma silla, cerró los ojos. Poco antes, apenas un minuto antes de que Jiang Cheng regresara sintió algo. Sus párpados se levantaron de golpe en el instante mismo en el que una sensación bien conocida asaltó su alma, sus meridianos sellados.

Energía, energía pura y conocida. La corriente ajena que conectaba ambos mundos y que vagaba entre uno y otro antes de cada intercambio, la que había podido captar en el Hanshi y que su WanYin recibió en el Muelle del Loto mientras cultivaban.

El locutor se apareció por la sala de espera cuando ese regusto de energía que tonteaba con sus caminos espirituales se desvanecía. Tan de repente como llegó, así se fue. Por unos instantes el primer jade le contempló, intentando dilucidar en su mente si habría relación entre WanYin y los viajes. No estaba seguro. No podía estarlo, porque no sabían nada. Solo que su querido amante parecía bastante receptivo a la energía espiritual ajena, pero aquella facilidad particular era, por otra parte, un don de la familia Jiang para el cultivo. Aun así siguió dándole vueltas mientras pagaban en recepción, y también cuando salieron. Y siguió confuso, porque no era capaz de verlo. Había una pieza en el puzle que le faltaba y le impedía ver la imagen completa. A veces, en momentos de epifanía como aquel, creía que estaba a puntito de alcanzarla, pero siempre se le escapaba en el último minuto. Al final se limitó a respirar hondo y ofrecerle una sonrisa al presentador de radio.

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Where stories live. Discover now