Temple

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Una lágrima resbaló por su mejilla sin poder detenerla, pero solo se mordió el interior de su mejilla mientras la kunai se deslizaba en su espalda como si estuviera cortando mantequilla y no fuera una capa de su piel la que estuviera siendo retirada. No cabía duda que Tuuli y Uryuu ya habían hablado entre ellos desde tiempo atrás sobre preguntarle lo que sabía de la técnica secreta de los Hyūga. Sospechaba que el mayor no la había dado mayor importancia al tema hasta que ella estuvo dentro de ese cuarto de estudio y al no caer con el truco del genjutsu lo había motivado indebidamente a obligarla a hablar. Especialmente ahora que Jannos estaba presente y se turnaban el dejarla inconsciente para despertarla infligiéndole algún tipo de dolor. Habían empezado con cosas simples como enterrarle agujas y ya le habían roto la blusa por detrás, aunque sentía que toda su espalda estaba en carne viva la verdad es que solo le habían arrancado algunos centímetros de piel en su omoplato derecho

- Solo tienes que decir lo que sabes y esto terminará

- Nunca me explicó nada — se hicieron una seña entre ellos y le acercaron dos espejos, uno en su espalda que reflejaba la cicatriz permanente que le quedaría y el otro al frente suyo para poder ver el de atrás, ella solo cerró los ojos sabiendo que la volverían a dejar inconsciente y no debía moverse o corría el riesgo de volver a perder la memoria.

Muchas lágrimas más hicieron presencia, pero no les dio el gusto de oírla gritar. Se rindieron a mitad de la noche antes de llamar a Ryuuken para que le hiciera las curaciones respectivas. ¿El resultado final? No les había dicho nada, de hecho se había recordado a mitad del interrogatorio que ella sabía desconectar su mente y eso hizo, aunque las lágrimas eran un acto reflejo ante el evidente dolor que había logrado aislar solo en parte. Tenía cuatro nuevas cicatrices, u ocho, según como se contaran, una en cada omoplato, una en su cadera al lado izquierdo y al parecer tenían sentido de la simetría pues la última estaba bajo su clavícula derecha. Todas eran dos líneas una junto a otra de más o menos un centímetro de anchas y cinco de largas. El menor entró a la habitación y vio con asco el reguero de sangre en el suelo y su ropa. Con un poco de suero le limpió las heridas, no había mucho por hacer salvo ponerle una cantidad generosa de ungüento que favoreciera la cicatrización y esperar que no fueran muy notorias cuando finalmente sanara. Se estremeció cuando sintió sus dedos aplicar el frío potingue que le ardió de inmediato y dejó salir un quejido.

- No te quejaste ni una vez mientras te hacían esto y ¿vienes a lloriquear ahora? — ella se encogió de hombros — debiste hablar

- No sé nada — repitió, sin estar segura si el menor se encontraba siendo amable o era una nueva estrategia para hacerla decir lo que sabía. Por supuesto que Uryuu se había dado cuenta que entre ellos se había formado una especie de amistad. Aunque más que amistad lo que ella sentía por él era lástima, era un pobre niño al que sus dos hermanos mayores habían intentado moldear a su forma y al que los demás veían más como un ayudante que como alguien que se valía por sí mismo

- ¿Necesitas algo para el dolor? — negó, y solo continuó inmóvil mientras el finalizaba los vendajes. Tan pronto se puso de pie para ir a buscar algo de ropa limpia sintió un pinchazo en el cuello y se quedó dormida.

La sostuvo antes que cayera al suelo. El portazo en el segundo piso un rato atrás había dejado claro que Tenten no era bienvenida esa noche en la habitación así que la envolvió en una manta y la dejó acostada en el sofá, aunque por la ubicación de las heridas no estaba seguro de cómo debía acomodarla para que no amaneciera más lastimada. Al final improvisó algo con un cojín y se retiró a su propio cuarto, le había inyectado suficiente sedante para que durmiera hasta el día siguiente por lo que no debería preocuparse. Eso era lo que Tuuli llevaba tramando desde que habían empezado los entrenamientos entre su hermano y ella, si recordaba cómo luchar y el secuestro, significaba que debía recordar que había hecho la técnica con el chico Hyūga y evidentemente todo lo relacionado a esta. Pero nuevamente la castaña había demostrado tener una fuerza de voluntad inquebrantable y no había develado nada.

El Clan KazirgaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora