Jugando

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Regresaron al departamento en la noche después de cenar en el festival, aunque el clima para esas fechas solía ser más frío extrañamente hacía bastante calor así que ella optó por darse una ducha y entre sus cosas notó que sin querer había empacado una pijama bastante... pequeña, tal vez la bolsa en la que estaba se le coló pegada a alguna otra prenda. Esa pijama se la había regalado Ino, también en su cumpleaños, no era un misterio que sus amigas intentaban que se vistiera un poco más femenina. Cuando se la regaló también le había dicho que podía usarla con algún chico que le gustara y lo tendría rendido a sus pies, claramente todos los hombres eran iguales y ninguno se podría resistir. Observó las dos prendas, y pensó en Neji, no, él no era como los demás hombres y no se dejaría engatusar con un truco de cajón. Pero bueno, ella tenía calor.

Se observó en el espejo incrédula, definitivamente era un conjunto que ella no hubiera comprado, de hecho aún no podía creer que se lo hubiera puesto, la blusa de tirantes dejaba ver el inicio de sus pechos y finalizaba sobre el ombligo mientras que el corto short era poco más grande que un cinturón y quedaba en su cadera dejando aproximadamente cinco centímetros de su cintura al aire y podía jurar que si se movía mal se le vería la mitad del trasero, tenía demasiada piel expuesta y a esa ropa le faltaba tela para que ella estuviera cómoda, a pesar de haber recibido las clases, esas artes de seducción que debía tener una kunoichi le eran ajenas. Contó hasta diez antes de salir de la habitación para no arrepentirse, era el momento para probar que su amiga se equivocaba.

Para su sorpresa y dicha personal pudo ver como al Hyūga casi se le salían los ojos cuando ella pasó hacía la cocina buscando un vaso de agua, no había dicho una sola palabra pero sentía perfectamente cómo sus ojos no se despegaban de ella. Se devolvió a la cocina solo para comprobar que no se había equivocado. Vaya, Ino había acertado y al parecer todos los hombres sí eran iguales, usaría esa pijama todas las noches que estuvieran allí.

La siguiente mañana sacó de una bolsa el vestido típico de la aldea que había comprado la tarde anterior, era bonito, bastante sencillo y de color gris, combinaba bien con sus sandalias de tacón. Salió de la habitación y vio que Neji ya estaba listo, la saludó con un movimiento de cabeza mientras ella se apresuraba a desayunar para que pudieran continuar su misión autoimpuesta de disfrutar ese festival.

No cenaron por fuera ese día, así que regresaron al apartamento apenas empezando la noche, aprovechó para ponerse la pijama más temprano y sentarse a leer en el sofá de la sala, subiendo las piernas al mismo, él sentado en uno de los muebles fingía estar concentrado en un libro pero ella podía jurar que se seguía sintiendo vigilada.

- No deberías andar así vestida – habló finalmente molesto

- ¿Qué tiene de malo? — preguntó inocentemente poniéndose de pie y girando sobre sí misma simulando que veía la ropa, él no se perdía ningún movimiento

- P... — carraspeó incómodo — Podría presentarse alguna emergencia y si tuviéramos que salir no estarías preparada, dudo que tengas algún arma allí escondida.

Maldito Hyūga y su lógica irrefutable, soltó un pesado suspiro y se dirigió a la habitación, buscando entre sus cosas una venda para atar uno de sus pergaminos pequeños a su muslo y se puso la porta-kunais en la cadera. Definitivamente, Neji no se dejaba engatusar por un truco como ese.

- ¿Te parece mejor? — preguntó al volver a la sala

- Hmph — fue su única respuesta, claramente estaba decepcionado porque había esperado que ella se cambiara de ropa por algo más cubierto.

Ella retomó el libro que tenía antes en las manos y continuó su lectura. Silencio, eso era lo que reinaba en esa sala, pero esta vez sí era incómodo y por un momento le pareció apabullante. Al no soportarlo más se levantó con rumbo a la cocina, dedicándose a hacer la cena. Cuando finalmente estuvo listo llamó a Neji para que cenaran juntos, él asintió desde la sala y se sentó en la cocina con ella, nuevamente el silencio.

El Clan KazirgaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant