Atrición

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Despertó y se estiró por completo en la cama, disfrutando el quedarse un rato más bajo la cobija porque estaba demasiado cómoda. Inhaló profundo percibiendo el olor a manzana que provenía de la marca de suavizante de ropa que le encantaba, refunfuñó después de un rato porque las ganas de ir al baño aparecieron, con pereza se levantó y observó todo a su alrededor, en el mueble junto al armario había una porcelana que no recordaba y estaba torcida, por lo que la enderezó antes de seguir su camino.

Después de hacer sus necesidades y mientras se cepillaba los dientes tuvo una ligera sensación de estar fuera de lugar, por lo que observó todo a su alrededor con atención, no había nada raro en el baño. Escupió y se enjuagó la boca antes de dejar el cepillo de dientes en el vaso que tenía un ligero borde hundido porque una vez se le había caído, olfateó su champú y su jabón, no, eso estaba bien. El reloj junto a su mesita marcaba que eran casi las ocho de la mañana, ella no solía levantarse tan tarde, caminó hasta allí y abrió el cajón, algo faltaba dentro de este pero no lograba recordar qué.

Desayunó despacio intentando entender que era lo que tenía, tal vez solo estaba en ese día del mes en que sus hormonas se enloquecían y podía volverse explosiva si la sacaban de sus casillas. Más le valía a Rock Lee no buscarle el límite a su paciencia, aunque no tenían entrenamiento programado por lo cual esperaba no encontrárselo, de pronto lo que necesitaba era dormir un par de horas más y ya, su humor mejoraría con eso. Iba a ir hacia la habitación de nuevo cuando un libro sobre la mesa de centro llamó su atención "Las artes de una Kunoichi" entrecerró los ojos, eso no era un tema que le interesara.

Había estado a punto de perder la materia referente a las habilidades adicionales que debía tener una kunoichi y no un ninja hombre, normalmente los maestros de cada equipo de genin se encargaban de reforzar estas habilidades si tenían alguna mujer en el equipo pues les era útil si tenían alguna misión de infiltración, normalmente repetía. En su caso Gai como su sensei nunca había dado la mínima señal de querer que ella aprendiera o dominara algo de ese estilo y siempre se había enfocado en que entrenara a la par de sus compañeros, consiguiendo a veces que ella se sintiera casi un hombre más del grupo por las muchas veces que las bestias verdes parecían olvidar que ella era del espécimen opuesto. No era de extrañar que sus amigas hicieran lo posible por hacerla más femenina ¿acaso ellas le habían regalado ese libro? Intentó recordar, en su último cumpleaños había recibido unas sandalias de tacón alto que usaba a veces y una pijama que después de verla la regresó a la bolsa completamente segura que nunca se la iba a poner.

Abrió el libro y en este vio el sello que lo identificaba como un ejemplar de la biblioteca, se mordió el labio ¿ir a la biblioteca o regresar a la cama? Salir, estaba haciendo sol por lo cual la idea de estar afuera también le era llamativa. Se dio una ducha rápida, en el armario solo encontró su ropa de misiones y pocas cosas más, tenía que dejar de acumular tanta ropa sucia o dejarla olvidada en la zona de lavado por su pereza a doblarla. Optó por ponerse lo que allí había y antes de salir buscó sus llaves pues no las veía en ninguna parte, exhaló pesadamente, seguro las había vuelto a perder. En fin, por eso mantenía una copia escondida entre las plantas de afuera de su departamento.

Caminó con calma, disfrutando el calor y la tenue brisa que corría por la aldea, amaba los días de verano. Mientras avanzaba le pareció sentirse observada, por lo que vio de reojo a todas partes sin poder ver a nadie propiamente pendiente de sus movimientos, sacudió la cabeza, era demasiado joven para ya estarse volviendo paranoica. La bibliotecaria la saludo con una sonrisa y le recibió el libro, cuando le preguntó por la fecha en la que lo había pedido prestado la mujer arrugó el ceño y revisó en el sistema, diciendo que no salía la fecha exacta pero que no había problema y no tendría multa por devolverlo en ese momento. Había algo raro, pero no lograba explicarse qué.

El Clan KazirgaWhere stories live. Discover now