Capítulo 52: ¿Que tu gata qué?

Magsimula sa umpisa
                                    

-Gracias. -Le dijo al recoger de sus finas manos el azucarero. Eran igualitas a las de su WanYin, solo que más suaves, menos dañadas por el entrenamiento exhaustivo. Con las uñas pintadas de negro, con el esmalte a medio saltar en algunos dedos. Recordó como en un chispazo el tacto de esos dedos callosos sobre su cuerpo y estuvo a punto de estremecerse. Solo lo evitó el ver a su acompañante sacudiendo la cabeza al otro lado de la barra de la cocina-. Tengo mucha curiosidad... ¿qué es exactamente el café?

El locutor alzó la cabeza con una mirada de extrañeza en el rostro. Parecía tener ganas de soltarle alguna lindeza del estilo "¡¿pero tú de qué siglo vienes?!". Luego recordó que, de hecho y según Lan Huan, en su mundo todavía no existía la imprenta, y se contuvo.

-Hasta donde yo sé, y tampoco me hagas mucho caso, es una bebida que se saca de los granos de una planta. Cafeto, o algo así. Viene de América.

-¿América?

-Es... eh, un continente. Al otro lado del océano, para nosotros está al este. 

-Oh, entiendo. -En realidad no lo entendía, pero asintió con lentitud, asimilando con lentitud la información, lo pequeño y lo grande que era el mundo al mismo tiempo-. En este mundo habéis descubierto tierras muy lejanas.

-Podría decirse, sí.

-¿Queda más allá de Dongjing?

 -¿Dongjing? -Jiang Cheng frunció el ceño, pensativo. Estaba revisando sus clases de historia del instituto, a ver si se orientaba-. ¿Te refieres a Japón?

-Quizá. Es un archipiélago al este...

-Vale, sí, te refieres a Japón. -Le cortó el locutor-. Ahora es un país independiente, por cierto. Y sí, América queda bastante más allá de Japón. Hay un océano entero de por medio, el Pacífico.

El cultivador asintió varias veces para mostrar su comprensión y su asombro, las dos en uno. Aquella realidad era tan grande que le resultaba tan abrumadora como fascinante. Jiang Cheng vio ese sentimiento brillando en sus grandes ojos pardos y —de no haberse subido Zidian a la mesa de la cocina de un salto— estuvo a punto de reírse. No de él. Se habría reído por ver su emoción como una muestra de esa alegría infantil. Era bonito, de alguna curiosa manera. 

Lan XiChen tenía un punto que le resultaba encantador, demostraba la inocencia de un niño pequeño. Por desgracia, también tenía un contrapunto que le preocupaba, una carga demasiado pesada sobre los hombros, pero sospechaba que esa carga se iba aligerando poco a poco. Y lo agradecía. Aunque no fuesen exactamente la misma persona, ver a una versión de Lan Huan sufriendo no le hacía demasiada gracia. Le traía malos recuerdos, de los que le hacían sentirse culpable muy de vez en cuando, a pesar de que su novio asegurase que estaba todo en el pasado. Olvidado.

-Vuestro mundo es enorme. Me parece maravilloso. Y un poquito aterrador, la verdad.

-Lo dijo el que se enfrenta a demonios y zombies como si fuera lo más normal del mundo. -Se mofó el presentador de radio-. Estoy seguro de que tu mundo es igual de enorme que este, solo que no viajas mucho.  

-Fuera del país no, desde luego. Apenas viajo fuera de mi secta a decir verdad, pero... me gustaría intentarlo en el futuro.

-Pues coge tu espada y vuela libre como el viento.

-¿Por qué eso me suena a burla?

-Porque me sigue alucinando lo de que voléis en putas espadas. -Masculló. Apenas había terminado la frase cuando Zidian empezó a restregarse contra él desde la mesa y a intentar comerse su sándwich. Jiang Cheng se lo impidió, cogiéndola en brazos y mirándola a los ojos-. Vamos a ver, ¿y a ti qué te pasa ahora, loca?

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon