Capítulo 51: Ahí vamos una y otra y otra vez

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Quedarse con él para siempre, eso era lo que más ansiaba, lo que llevaba tantísimo tiempo soñando. Ahora que lo tenía, le costaba creer que fuese real. Mientras lo pensaba y le sonreía como si ante él se hallase el ser más preciado del mundo, Jiang WanYin habló.

-Creo que os intercambiaréis pronto.

-¿Eh?

El primer jade había estado demasiado perdido en su sonrisa y en su observación enamorada como para procesar aquellas palabras a la primera.

-Lan Huan y tú. -Declaró con tranquilidad, aunque en su tono había un ligerísimo deje de molestia, porque lo que más le apetecía era pasar tiempo al lado de su amante, no lidiar con su versión millennial e histérica-. No estoy seguro de cuando, pero creo que os intercambiaréis pronto.

-¿Por qué lo sabes?

-No sé nada, idiota. -Rio el líder Jiang, pellizcándole la nariz en un gesto tan picajoso como lleno de ternura, dejes que había aprendido al criar a Jin Ling y que ahora se atrevía a recuperar-. Antes, cuando... cuando estábamos juntos, lo sentí. Su energía espiritual está anclada a la tuya, y era fuerte.

-Así que eso puede significar que está cerca.

-O, por lo menos, eso creo. Tú mismo dijiste que la corriente se iba haciendo más intensa a medida que pasaban los días, y luego os intercambiasteis.

-¿Y estás seguro de que esa corriente de energía espiritual es suya?

No es que quisiera llevarle la contraria a su amante, nada más lejos de la realidad, pero le gustaría asegurarse.

-No me cabe la menor duda. Es distinta a la tuya, y es la que usa cuando está aquí.

Y, algo después de eso, sus labios y sus cuerpos habían vuelto a encontrarse en otra ronda de sexo enamorado e intoxicado por la necesidad de exploración que conlleva el ser primerizo. Ventajas (o desventajas, para los preceptos pasados de moda de su época casi seguro que eran desventajas) de llevar tantos años viviendo sin haber hecho más que masturbarse con la conciencia culpable, porque su muro de reglas también lo prohibía.

Claro, luego pasa lo que pasa, que todo el Muelle del Loto se entera por las malas de que, por fin, su líder tiene pareja. No la que esperaban, porque la mayoría apostaba por alguna señorita de alta cuna e infinita paciencia, pero la tiene. (Y, en realidad, los discípulos sorprendidos tampoco iban tan errados en sus predicciones. Al fin y al cabo, la alta cuna y la casi infinita paciencia —la que solo perdería si de llevarle la contraria en sus tendencias autodestructivas se trataba— las tenía.)

Viendo que Jiang WanYin no había errado ni una décima en sus predicciones, Lan XiChen suspiró. No podía hacer más que resignarse y pasar el día allí, junto a una gata y un presentador de radio. Podría ser peor, de todas formas. Podría ser Lan Huan, que a él sí que le esperaba una auténtica tormenta con rayos, truenos y granizo. Así que, tras darse cuenta de su situación, trató de alejarse como malamente pudo, todavía confundido por los límites de lo que podría ser infidelidad y lo que no. Sus torpes movimientos despertaron a Jiang Cheng, que gruñó algo entre dientes y luego abrió los ojos casi a regañadientes. Los dos estaban desnudos, pero el primer jade se dio cuenta tarde, al sentarse y caer en que no llevaba ni pantalones. Quiso bufar, pero se mordió la lengua a tiempo. Al menos ellos habían tenido la decencia de ponerse un par de túnicas antes de dormir. Aunque de milagro y solo por la amenaza del presentimiento de su querido WanYin.

Adormilado, el presentador de radio le contempló durante un par de segundos. Luego le frunció el ceño. Se giró, miró a Zidian y la gata maulló. Frunció más el ceño y devolvió la mirada hacia la versión cultivadora de su novio. Se apoyaba sobre sus antebrazos, pero acabó por dejarse caer con el rostro apoyado sobre la almohada como si todavía no quisiese o no pudiese ser persona.

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora