Capítulo 48: No sé yo si esto es legal

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-Gracias, A-Jue.

-¿Qué "gracias A-Jue" ni que ocho cuartos? Tampoco te creas que nos vamos a ir a comer y de fiesta así como así. -Esta vez la firmeza atronadora pero socarrona del mayor de la sala se dirigió al escritor, que elevó una ceja ante sus palabras. A su lado, Jiang Cheng se permitió un bufido irónico-. De aquí no salimos hasta que terminemos de empaquetar tus cosas, que no he salido a comprar más cajas para nada.

-¿Eh?

-Sí, sí, lo que has oído. No las vamos a mover porque eso es una estupidez, pero si las dejamos recogidas desde ya nos ahorramos un montón de tiempo y de gritos para cuando hagáis la verdadera mudanza.

Lan Huan contempló a su mejor amigo de hito en hito, como si de pronto no entendiera su lengua materna. Nie MingJue se planteó repetirlo, pero esta vez en inglés. No lo hizo porque le pareció que ya estaba tentando a la suerte en exceso y que si no le mataba el uno, a este ritmo lo haría el otro. Aunque tuviesen una discusión (estúpida) atravesada, meterse en exceso con su amigo escritor era atacar a Jiang Cheng, y Jiang Cheng —justo como su gata— reaccionaría con garras y dientes apuntados directamente a los ojos. No quería morir ahí, en un pisito de soltero de barrio burgués, muchas gracias. Tampoco quería morir joven, por mucho que Meng Yao se empeñase en llamarle viejo día sí y día también y en decirle en cada cumpleaños que estaba más cerca de los cincuenta que de haber nacido. Qué capullo.

Viendo que tampoco había manera de discutir más (y sin querer intentarlo) el locutor dejó escapar un suspiro que más bien parecía un bufido hastiado y se dio la vuelta en dirección al cuarto de su novio. Todavía quedaban muchas cosas de recoger y, a eso de las dos de la tarde, ya empezaba a haber hambre y cansancio. Cuanto antes siguiesen, antes acabarían.

Lan Huan también dio aquella resolución por buena, así que esta vez se fue a revisar lo que quedaba por resolver en el baño. En realidad no le importaba terminar de empaquetar hoy, pero creía estar molestando a su hermano y su mejor amigo, y eso le causaba un cierto malestar. Odiaba importunar a la gente, aunque sin querer había acabado medio molestándose con su novio en el proceso. La vida adulta no está bien pagada. No está pagada. Llegó a esa triste conclusión cuando se hizo con una mochila con cosas que sí o sí quería llevarse consigo y metió en ella el champú. El de Jiang Cheng olía a lotos y, aunque le encantaba, quería seguir asociando ese aroma con el de su pelo y no con el propio.

-A todo esto -como si no hubiera pasado nada grave (porque en realidad esa disputa había sido una tontería y la cerrarían con un polvo al volver a casa) el presentador de radio entró al baño a lavarse las manos. Las tenía llenas de tinta azul hasta casi el codo, porque un bolígrafo se le había explotado de pronto, mientras estaba recogiendo las cosas de su escritorio con un pelín de brusquedad más de la necesaria. Lan Huan le contempló con una ceja alzada, esperando una explicación que nunca llegó-, ¿qué piensas hacer con este piso? Es de tu familia, ¿no?

-Sí, de mi madre. Creo que lo hablaré con ella para ponerlo en alquiler otra vez. Está cerca del distrito universitario después de todo. Si lo dejamos a buen precio, seguro que le viene bien a alguien.

-Por favor, no te conviertas en la versión joven y guapa del pesado de mi casero. -Masculló mientras se frotaba con jabón para intentar sacar la tinta. La espuma blanca rápidamente se volvió azulada, de un gracioso color celeste-. Estoy hartísimo de ese hombre.

-Pero si es majo.

Jiang Cheng le fulminó con la mirada. ¿Acaso después de aceptar buscar un piso juntos Lan Huan había decidido llevarle la contraria en todo? ¿De pronto eran sus padres o qué?

No, por Dios, todo menos eso.

-Lo dices porque solo lo has visto una vez y me estaba desatascando el baño.

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Where stories live. Discover now