34_Una Noche Especial (Ainhara)

354 230 36
                                    

En los dos últimos meses he aprendido que mi propia vida no me pertenece. Lo hacen a las circunstancias y ellas, a alguien mayor. Anahí dice que los planes de Dios no son frustrados por ninguna fuerza del ser humano y soy otra prueba de ello. Pues yo no quería nada de esto, sin embargo, aquí estoy después de tanto negarlo.

Mi viaje al NUCLEO, más todo lo que ahora sé de mi vida, hacen que con mayor frecuencia que antes busque algo de calma y silencio reflexivo. Justo como ahora. He salido a la superficie para sentarme sobre un tronco de esos que suelen verse en el camino después de una tormenta como la acontecida esta tarde.

Amir no es mi hermano, recuerdo. Tal noticia debería resultar esperanzadora pero no lo es. Acepto que sí es un detalle importante, sin embargo, tampoco lo es tanto como para cambiar el curso de nuestra realidad. Alguien se acerca. Lo advierto por la fortaleza de sus pasos que hacen crujir las hojas secas. Entonces, detengo la mano que deslizaba en la tierra. Enderezo el torso y me alegro de ver a Ken.

— Veo que te has acostumbrado al uniforme –señala mi amigo.

— Podría decir lo mismo.

— Sí... me gusta. Da un toque rebelde –Ken se desploma sobre el tronco, a mi lado.

— ¿Te hace falta más toques? –replico– ¿No crees que la capucha te resta puntos, a ti? –razono.

— Por eso nunca la llevo puesta.

Me rindo sonriéndole al ser consciente de lo particular.

— Estoy al tanto ¿sabes? –comenta por lo bajo rodeándome los hombros– Me quiero sentir valioso por ser a quien le digas la verdad de cómo te sientes.

— Cursi –chisto, pero, aun así, recuesto mi cabeza en él.

Una punzada se dispara cuando recuerdo a Amir.

— ¿Todavía lo quieres?

— Me alegra que no sea mi hermano –susurro contra su pecho– pero no hay un «romántico nosotros». Amir y yo no debió ser... y si fue, ya pasó.

— No seas trágica –Ken se revuelve en su lugar y me toca apartarme–, no te queda. Mira yo solo diré que no cometas su mismo error.

— ¿Cuál?

— Decir no antes de tiempo.

— ¡Es que para nosotros ya no hay tiempo!

Exhalo un suspiro.

— Además, ya me acostumbré a la idea de que él no va a luchar por mí. ¿Entonces de qué vale que espere algo que no va a pasar?

— Lucha tú por él –sugiere.

— No creo que tenga las fuerzas ni lo ánimos, solo he decidido no llorarlo, tampoco lo pensaré. Tengo cosas más importantes en la cabeza... Ken.

Toda su atención ya estaba en mí, no obstante, quiero más cuando palmo sus rodillas y caigo frente a él. Una ráfaga de viento sacude nuestras melenas y al pasar de largo, digo:

— Creo que mi madre pudiera estar, ya sabes: viva. En algún lugar –expongo, obviando la voz interior que me llama demente– ¿Crees que divago?

Inquiero en vista de su espasmo.

— No en absoluto, no –contesta sujetándome de los hombros–. También lo he pensado, pero es... un poco –Ken mueve su cabeza a un lado como quién descarta una idea– demasiado bueno para ser verdad –admite por fin–. Además, tú dices que él la mató.

— ¡Ahí es donde la historia se detiene! –rujo con frustración– pero es que... sobrevivieron a tanto. Ken cuando yo era niña no encendía por qué mis padres si no se amaban estaban juntos y más, no sabía que era ese algo oculto que los unía. Eso fue todo lo que vivieron aquí, ahora lo sé. Pienso en ellos como un equipo y a veces no me cabe en la cabeza... que él pudiera hacerle eso.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora