11_Partido (Ainhara)

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La primera vez que lo vi fue como olvidar una tarea importante para hacer góming sin medidas de seguridad, lanzarme a contemplar la tranquilidad infinita del mar. Ver caer las piezas de un rompecabezas, deseando unirlas; ansiar detener el tiempo.

Cual requisito inquebrantable el polvo se adhiere a mi figura sudorosa mientras corro. No odio el calor, pero sí los excesos. Con todo tampoco me puedo detener. Todas mis fuerzas se concentran en las piernas implacables corriendo tras de Ken. Quiero atraparlo, o pasar de largo ante él. Semejante actividad llegó a concretarse varios meses atrás cuando descubrimos este sitio colindante con los límites de Porto Villal y Khopalka. A estas alturas se ha convertido en un disfrute para él y eterna obsesión para mí. Así somos mi mejor amigo y yo: aventureros, cada día en busca de locas experiencias, inventando por aquí y por allá costumbres que nos llenen de adrenalina. ¿Atletas de los que toman las dietas, o la disciplina al pie de la letra?, para nada. Mucho menos de los que evalúan sus avances en materia deportiva guiándose por registros empapelados; Ken y yo logramos ver todo eso uno en el otro.

Somos un equipo donde sale sobrando un tercero.

Nuestra mutua compañía, ha sido de nosotros el secreto más evidente; lo que ha mantenido esta inexplicable hermandad surgida cuando me protegió de unos abusivos compañeros, pocos días después de ingresar al Orfanato de Señoritas de Musa.

— ¡Me aburro! –le oigo vociferar sin dificultad.

Con todo, no dejo que sus alardes tomen lugar en mi mente. Continuamos corriendo y ello representa que la carrera no ha terminado, mientras dure, tengo esperanza. Siempre que deseamos correr con libertad, sin interrupciones y a nuestro estilo, venimos aquí: al «Arroyo Estéril». El cual, es un terreno amplísimo donde no podría perderme, aunque quisiera, ni Ken encontraría un escondite para descansar. Desde cualquier punto puedo ver lo mismo, es equivalente al reflector de un espejo.

Examino con mayor detenimiento el suelo mientras la carrera dura. Es irregular –pienso. Si antaño aquí existió un arroyo (creo que debió ser algo más grande), la superficie tendría que simular algo parecido a la arena, pero lo que pisan mis pies y levanta polvo, es tierra árida. Superficie irregular de tierra árida –conceptualizo. De inmediato mando a volar las analogías, pues observo de soslayo los gestos provocativos que envía Ken. Apresuro la marcha fijándome en mis botas llenas de polvo, entretanto él aminora el paso... y se quita su camiseta, la señal del fin.

¿Es malo ser el número dos? Quiero decir, ¿Por qué la urgencia de ser el número uno, o querer conseguir de una ese objetivo que nos afana? Nada hay mejor que el día que sucede a otro, existe cierta magia en ello. Si lo pensamos, no importa ser el dos o el veinte, porque ¡cuántos no son los días que tendremos para vivir y lograr aquello que deseamos! Si nuestros objetivos fuesen logrados de una (como siempre queremos) la vida carecería de interés, pues, lo necesario para mantener el equilibrio vital del ser humano es la búsqueda perpetua de aquello todavía no logrado y el constante perfeccionamiento de quienes somos. De tener esto con tan solo chasquear los dedos ¿Cómo lograremos mantener el equilibrio?

Ken voltea complacido dando gala a su torso descubierto.

— Comenzaré a pensar que me amas en secreto...

— Oh sí te amo mucho.

— Y amas este torso escultural.

— Mira como babeo –replico siguiéndole el juego.

— ¿Por qué sonríes como una mentecata? ¿Es por el sol, o te hace feliz perder?

— Algún día voy a pasarte –contesto llena de convencimiento.

— Lo sé –trota para alcanzarme–. Para eso te estoy preparando.

— Podríamos formar una banda de ladrones... que al correr nadie nos alcanzaría.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora