17_Un nuevo salto (Ainhara)

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El jueves soñé con mi madre. Nos encontrábamos en la casa, sentadas a mitad de la adornada escalera. Las luces de colores parpadeaban intermitentes –algunas hundidas y otras sobresalientes– rodeaban las enredaderas verdes y rojas que hacían la baranda. Mamá entregaba en mis manos una caja envuelta en papel de regalo color escarlata.

— No lo abras todavía, espera a papá.

Fueron sus palabras una vez divisó mis intenciones de abrir el regalo. Así que opté por mover la caja entre mis manos e inspeccionarla como si fuese uno de esos artefactos de juego en donde hay que lograr encajar las piezas del mismo color.

Al instante, sin haberlo visto, supe que había llegado.

— ¡Papá!

No recuerdo haber dado ningún abrazo. Al pie de la puerta se divisaba una silueta cubierta por la oscuridad de la noche que se alzaba a sus espaldas.

De repente me encontré frente a la puerta de mi habitación. Iba con mi piyama de pequeña pero ya no era un infante. Empujé la puerta que se abrió con un ruido seco y oxidado para dejarme ver a mi madre tendida sobre mi cama. Solo está dormida, me decía mientras caminaba manteniendo la vista fija en la caja color escarlata. Pues mi regalo había vuelto a estar entre sus manos.

Ante mí aparecieron unos ojos azules. Como respuesta frené en seco.

— Estoy desando verte.

— Yo también –respondí.

Continuas ráfagas de viento chocaron con nuestros cuerpos. Fui consiente el frío, así como de la ausencia de mi madre y el cambio de escenario. Pues en un visto y no visto era como estar en la Coztah, solos, en toda su vasta extensión. Aun así, parecía como si los puestos de comidas funcionasen dado que me alcancé a oler la fragancia de pan recién sacado del horno, casi al mismo tiempo que la de los tacos favoritos de Ken.

Cerré los ojos, sin embargo, cuando los abrí estaba sola. Amir se había ido.

Desperté de repente; aunque desorientada. Y desde entonces no puedo evitar preguntarme qué habría dentro de la caja. ¿Estaría dormida mi madre, o no? ¿Por qué Amir desapareció? Si bien se trata de un sueño he quedado con una sensación de tristeza en el pecho, por lo cual, aún no me levanto de la cama.

— Oye –Anahí entra al dormitorio– ¡levanta!, hay que ir a la escuela.

— Sí ya lo sé –convengo en tono de resignación.

En el bus medito sobre la sutil participación de Ken en mi sueño. Entiendo que tal vez sea una señal de mi subconsciente, pero aun así yo lo tengo claro: extraño a mi amigo. No me tomé de la mejor manera su noviazgo con Megumi, aunque a pesar de ello no creí jamás que se fuera a distanciar.

— ¡Solo eres mi amiga! –había dicho cuando nos encerramos en el baño de chicos–. Yo tengo necesidad de amar a alguien Ara.

— ¡Pues ama a alguien más! Solo pido que no sea ella.

— No puedes tener poder de elección en mi vida íntima.

— No se trata de eso –eché por tierra su argumento–, es que ella no es la chica adecuada para ti.

— ¿Y quién es esa chica según tú? ¡Ilumíname!

— ¡No lo sé! –discutí.

Al instante agregué:

— No la he conocido.

Él se rio de forma satírica negando repetidas veces.

— Sobre este tema, no volveré a discutir contigo –expresó.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora