25_Fuera del Orfanato (Anahí)

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Hemos asumido que Sadra sí se refería a mí. A Anahí Balezcose Urbide.

Con todo, no hablamos sobre ello de inmediato. Al contrario. Luego de escuchar el casete todos abandonamos el desván tomando diferentes caminos.

Los nuestros confluyeron en este sitio al cual veníamos para dejar de ver grandes los problemas. Traíamos alegría, vitalidad y cotilleos. Los momentos especiales y privados florecían celebrándose justo aquí: en el Mirador del faro, donde nuestras risas ensortijadas vagaban cual viajero flotante sobre las aguas Coztenses, y no era permitido el silencio.

Mi... amiga Ainhara es mi hermana. Crecimos rodeadas por esa necesaria protección que nos brindábamos y dándonos calma la una a la otra, de manera inexplicable, hasta hoy. Además, si Sadra está en lo cierto y Carlo Balezcose es nuestro padre, entonces ella acaba de encontrar la respuesta a su mayor desdicha.

— Se refería a él; a tu padre. Aquella noche cuando dijo que me parecía a alguien más, se refería a Carlo Balezcose.

— Si permites que te lo diga, sí eres muy similar a él. Yo no recuerdo como lucía Agustín Armas, pero tenía razón al sospechar.

— ¿Te das cuenta de que por las mentiras de nuestros padres terminamos perdiendo nosotras?

— Sufriendo, tal vez, porque según yo no perdimos. Crecimos juntas y siendo felices. Si me hubiese quedado entre la Élite, sé que habría sido muy infeliz.

— Puede ser.

— Esto es raro, pero... me gusta –le digo.

Por primera vez agradezco haber sido abandonada, ya que, al perderme yo la encontré a ella. Ahora puedo ver una parte del porqué.

— Lo sé. Yo... debo decirte que puede me tome un tiempo aceptarlo, es decir la idea en sí. Yo te quiero muchísimo

— Eh, tranquila –interrumpo situando una mano en su hombro más cercano–. Te entiendo, en serio. Quizá me pase igual –razono–. Aunque, creo que fuera de este hecho, hay algo más en lo que debes pensar.

— ¿En serio? –noto la sátira en su rostro, pero no es conmigo– ¿Cómo qué?

Distingo sus dedos, que, tamborileando sobre el mármol, expresan sus nervios.

— ¿Debo pensar en lo que supone ser una Heredera Pilar? ¿En eso debo pensar? ¡Porque la verdad es que no quiero! –golpea el cemento.

E intento no sobresaltarme.

— Mi madre es Ainhoa Ozeli de Eglossa ¿bien? Ya no es solo mi mamá, ahora tengo enemigos y una responsabilidad insufrible sobre mis hombros ¡y no quiero eso, no quiero ser yo! Pero luego está su muerte, y todo lo que le hicieron pasar en las Islas Perlas...

Temo que una crisis la aborde, aunque solo peina su cabello hacia atrás, respira, y sigue.

— Soy una Heredera Pilar, una de las sobrevivientes como dicen. ¿Qué crees que esperan los ADN de mí cuando ganemos? ¿Qué? ¿Acaso una líder o una gobernante? Porque ni siquiera soy al sombra de ello ¡y tú lo sabes!, ¿porque sonríes? Esto es para llorar.

— ¿Por qué lloraría? Dices que tienes enemigos y una carga; yo digo una hermana, dos amigos y un propósito. Oh, no, ni me vayas a mirar con esa cara de no-lo-dices-en-serio porque sí lo hago. Acabo de tener una enorme pista en lo que refiere a Sadra Miller, mi mejor amiga es mi hermana, media hermana en realidad, aunque eso no cambia cuanto la quiero –percibo que muda su rígida expresión a sonrisa ladeada– además acabas de responder a mi pregunta inicial. ¿Recuerdas la primera vez que me aceptaste como tú amiga?

— Pues claro, cuando sentadas en mi litera nos confesamos todo y me dijiste que estabas orgullosa de mí como lo estaría mi madre.

— No, ahí oficializamos nuestra amistad.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora