Prólogo

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Otro sol se ponía sobre el horizonte en donde las aves nocturnas daban graznidos al viento para contagiarlo de vida.

Aquella lluvia que había nacido en la tarde continuaba cayendo desde el cielo a torrentes. Salpicaba las lápidas de uno de los cementerios de Musa. Por tanto; la noche, la lluvia, y las lápidas eran los testigos del más sencillo entierro.

— ¿Cómo te sientes? –preguntó ella en tono perspicaz, alzando un poco la voz pues la llovizna rugía sobre su negro paraguas.

Él, por el contrario, yacía cercano a la tumba, como abrazándola.

— No preguntes eso... ni siquiera lo sé –el susurro fue seco pero audible.

Según ellos, el tiempo corría, por cuánto, sus planes no debían de posponerse. De manera que la mujer permanecía a las espaldas del hombre. Ella comprendía que la despedida tuviera lugar. Él, alargó una mano hacia el cuadro que estaba sobre de la tumba. Entonces, lo sostuvo para observar el rostro que le devolvía la mirada a través de la fotografía.

— No debemos correr riesgos –dijo levantándose con el retrato en su mano izquierda–. Nunca debió saberlo, no ella...

— ¿Qué vas a hacer con él? –interrogó refiriéndose al retrato.

— Desaparecerlo –determinó.

— ¿Te das cuenta de que no contábamos con esto? Aun así, el plan debe seguir, estamos cerca. Los despojaremos a todos, uno por uno y dejaremos de ser unos simples segundones. ¡Piensa en nuestros hijos! –gritó.

— Lo hago, Libia, ¿Crees que después de esto me echaré para atrás? ¡No la dejé morir en vano! Así que, en cuanto te despojes de ese estorbo mejor. Comenzaremos la fase dos, el tiempo corre y no me pienso quedar atrás.

— ¡Lo sé! –aceptó sacudiendo el paraguas– También quiero avanzar. Es mi deber, pero sabes que llevará años. Esto es la señal de que nada nos detendrá.

Bajo su señalamiento, ambos contemplaron la tumba falsa. Hasta que ella dictó:

— Tú y yo lo lograremos, juntos. Solo espera...

El tono de Libia atrajo al hombre a sus brazos libres del paraguas.

Entonces, bajo el luto se dieron un beso cargado de complicidad y sangre inocente. La cual; derramaron sin inmuta porque descubrió la verdad. No obstante, lejos estaban ellos de saber que dicha sangre había dejado entre los vivos un remanente.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora