5_Deporte o Suicidio (Ainhara)

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La mayor mentira que podría decirse de mí es que soy ordenada. Para eso ya está Anahí y ni siquiera es un modelo de ello, aunque se esfuerza en serlo. Yo no. Mi modo de ver la vida es a punta de improvisación, sin embrago, soy consciente de que no es la mejor manera. Por lo tanto, siempre intento manejar mis días con un panorama mental, donde recuerdo qué puedo, o debo, hacer cada día. La forma de hacerlo ya es otro cuento. Hoy es sábado, lo cual significa que tengo más tiempo libre. Igual que las trecientas noventa y nueve chicas del Orfanato.

No comprendo cómo he sobrevivido con el despertador de las «Hormiguitas» tantos años. Tal vez sea obra de la costumbre, pues a algunos días me despierto incluso antes de que suene. De igual forma lo odio, sigue resultándome un chillido horrible.

De repente, como cada mañana mi amiga hace la pregunta:

— ¿Tuve algún terror anoche?

Pareciera que no es relevante la respuesta por el tono indiferente de su voz, pero no es así. Aprovecho para mirarla de reojo y analizarla. Todos los días despierta con la misma carga: sus terrores nocturnos. Si bien ya no son tan repetitivos cuando tiene uno le da tan fuerte como las primeras veces. El hecho de que el sujeto (o sea ella) no recuerde el episodio de la noche anterior hace que todos los días averigüe que pasó y muchas veces, como hoy, miento.

— Hemos dormido bien Anahí. ¿Vas a surfear?

— Claro, hace buen tiempo y deseo capturar una buena ola en La Coztah.

La Coztah es la playa cercana al Orfanato. Allí vamos a menudo como muchos turistas o surfistas de esta, u otras zonas para las actividades. También es un lugar recreativo con instalaciones para todo tipo de disfrute. Hay puestos de comidas variados, de juegos manuales, voleibol y todo tipo de actividades acuáticas. Además, ocupa bares, ferias trimensuales a las que asiste tanta gente que puedes llegar a perderte si andas solo, o sin conocer el lugar.

A lo lejos se alza un mirador antiguo, pero bien cuidado que nos encanta. Por la noche es inigualable: tranquilo, alto, con la brisa golpeando fuerte y lejos de los puestos o clubes, de modo que las luces de estos es lo único que ves cuando estas allá arriba. Mi amiga y yo hemos subido muchas veces y nunca nos cansamos. Es nuestro sitio predilecto para la celebración de cumpleaños. Solemos ir a lo alto del mirador a cantar una canción, felicitarnos y luego vemos las estrellas.

— Estoy lista. ¿Tú qué vas a hacer? ¡Ainhara! –alza la voz para captar mi atención– ¿Dónde estabas?

— Aquí y a la vez en el mirador, de noche –tomo aire y lo suelto para dejar ir la idea–. ¿Ya te vas? –ella asiente– ¿Qué tal si nos reunimos esta noche en el mirador? –sugiero.

De repente tengo muchas ganas de ir.

— Bueno... ¿por qué no? Dale, hagámoslo. Antes te pregunté que a dónde vas.

— Me encontraré con Ken.

— ¿No te cansas de dar saltos a la nada? –se queja.

— ¿No te cansas de pararte en una tabla? –rebato– Deberías probar hacer Góming, en serio es...

— Liberador, espera ¿qué más? –piensa con su mano en señal de stop– ¡Ah, sí! La adrenalina se pone a tope cuando te tiras al vacío. El riesgo, el impulso, los rebotes ¡Son increíbles! ¡Te sientes viva Anahí!

Acaba de imitarme con expresiones y tono. Es cierto que he intentado persuadirla para que lo haga al menos una vez y la explicación va por ahí.

Hoy en día sigo sin lograrlo.

— Me voy –sentencio–. Ojalá una ola te escupa en la orilla.

— Sí, bueno: ojalá te fallen las medidas de seguridad.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora