21_Sadra Miller (Anahí)

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La lluvia no cesa, ni duermo.

A través de la ventana compruebo como el agua desciende por el alféizar, mientras cepillo mi cabello húmedo y rememoro a Damián contando la historia de las lechuzas. Misma que limó en mí cierto brío de rebeldía, aunque el final terminó siendo insatisfactorio. No obstante, creo tener el indicio repentino de que ese cuento está inconcluso.

Ainhara proyecta con el eco de su sueño un ambiente relajado en la concurrida habitación. Por lo cual me transmite calma, a pesar de que estoy ansiosa. A causa de ello fue que decidí tomar una ducha nocturna, pero con todo no me relajé.

Destapo el embace del talco y comienzo aplicar suaves toques para ocuparme en algo. Entonces, pienso en Amir. Su recuerdo me sabe extraño, como un sueño bonito pero fantasioso. Pues aún no creo que le volví a ver, ni que compartiéramos la misma mesa. Por otro lado, están los exámenes finales, que, si bien me alertan, no me preocupan. Pienso además en lo tanto que extraño los hoyuelos de Ryan. Asimismo, preciso sus palabras de aliento cuando tomo en cuenta que respecto a Amir debo callar.

Revelarme como Anahí Balezcose no es lo mejor que puedo hacer. Debo permanecer en el anonimato y no sé por cuánto tiempo. Sin embargo, la más parpadeante inquietud es implantada por los ADN y Sadra Miller. No dejo de pensar que la situación es como una misteriosa obra de arte llevada a cabo por un alfarero y es temprano para especular sobre qué forma tendrá al final.

Por ende, en mi interior recito un versículo: no pierdan, pues, vuestra confianza, que tiene gran galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Hebreos 10: 35-36.

— Las respuestas vendrán –me digo.

Entonces me voy a la cama. Mi mejilla roza la almohada y alguien toca la puerta.

— ¿Qué haces ahí?

— Tenemos que hablar. ¿Te he despertado? Da igual, no me importa.

Recibo un tirón de muñeca que hace flaquear mi postura, con lo cual, paso al dormitorio vecino. Ankara cierra, e invita a que me siente en la litera donde el libro de los Batlelock descansa abierto boca arriba junto a la linterna.

— He estado leyendo –comenta– y pensando un poco en los acontecimientos, por así llamarlos.

Cabeceo en señal de entender lo que dice.

— Creo que Sadra Miller descubrió algo que por alguna razón la hizo investigar, mayormente a las Familias Pilares, entonces descubrió cosas. Esta mujer murió porque supo algo gordo, de manera que, sí, en cierta medida es un enigma como dijo Meg cuando encontramos la oficina. ¿Entonces? Ellos luchan por esa supuesta verdad. Ahora, bien, por otro lado, vamos teniendo avances, como este libro, sabemos que descubrió lo de la balacera y que nadie más sabe de ello. He buscado y no existen registros digitales ni físicos que hablen sobre esta parte de la historia... excepto este ejemplar escrito por ella. Aquí Sadra cuenta lo que sucedió en realidad con los Armas-Ozeli y no esas mentiras que han mantenido los Regentes y la Élite de Expertos. También está lo referente a la muerte de los Batlelock. No fue un descuido, sino que al parecer también intentaron asesinarlos, bueno, lo consiguieron.

— Entonces los Regentes y la Élite son responsable de todas estas muertes: Sadra Miller, los Armas-Ozeli y los Batlelock –resumo en un hilo de voz viéndole por fin un molde a todo esto.

Increíble. No; más bien aterrador.

— Pues sí. Quizá he visto muchas películas, aunque tiene sentido: eran unos segundones y aspiraron al poder, los entiendo perfectamente.

— ¡Ankara! ¿Qué dices? Siempre te ha gustado sobresalir, pero...

— Eh, espera. Solo digo que los entiendo, no que comparta sus ideas, ni sus medios para obtener el fin.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora