33_Entrenando a los cinco (Astrid)

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Recostado al muro de entrada, Ryan observa el túnel como el muerto que espera la famosa luz: con esperanza... y miedo.

— ¿No ha vuelto? –le digo situándome a su espalada.

— No. Astrid, creo que es hora de ir a buscarla.

— La isla es pequeña pero no tanto. De uno buscar uno, eso podría llevar tiempo... mucho en realidad –descuelgo mis manos para dar mayor énfasis al ofrecimiento–. Ryan puedo ir contigo o un grupo de los nuestros. Donde uno no mire otro lo hará.

— No me llevará tanto si se en dónde buscar.

— ¿Quieres decir que sabes en que parte de la isla está?

— Eso mismo.

En acto seguido voltea a verme con una sonrisa reconfortante.

— Soy su novio y debo saber a dónde va mi chica cuando huye del mundo para ocultar su tristeza.

Sin mayor diálogo el chico emprende camino luego de sacar cierta antorcha de su aro. Después de un breve instante la invariable oscuridad del hueco engulle su figura y en un lapso, incluso el crepitar de la llama, queda ausente para mis ojos.

Alguien jala uno de mis codos. Por tanto, volteo para encarar a Cinta que posee ese particular aspecto de erizo incómodo con su ambiente.

— ¿Es verdad? –exige saber– Adam será Arturo si lo aceptamos por votación.

— Sí –concuerdo aún a mi pesar–. No puedo hacer nada más.

— Te entiendo, a todos.

Siento que quiere decir algo más, no obstante, ella se queda ahí.

— Gracias yo también entiendo el punto de Sacha, pero no quiero que muera.

— Yo tampoco, Astrid. Nadie aquí desea morir, sin embargo, nos va a pasar a todos. Antes o después –sus razones se oyen como una reprimenda–. Adam lo sabe, tu amiga Megumi también lo sabía ¿entonces por qué detienes el curso de las cosas? ¿Tan ingenua eres?

Esta chica no ha sido la misma desde que las Herederas llegaron al NUCLEO, se ha vuelto más fría y menos esperanzada. Temo por las decisiones que pueda tomar en un estado así.

— Estoy harta de que me llamen ingenua –le reprocho entre dientes– pero si será el pago por defender lo que creo, adelante. Muchos entre ustedes dicen lo mismo; que será antes o después. ¡Eso yo también lo sé! Y créeme cuando te diga que no le temo a la muerte porque sé hacia dónde voy.

Aclarado esto, doy un paso al frente, muy cerca de ella.

— Pero antes, seré todo lo ingenua que se me permita ser; y lucharé para que el después que nos aparte de este mundo sea el después más lejano posible.

— Buena suerte con esa tarea, entonces. Supondré que tus nuevos colegas te apoyarán ¿no? Ya que compartís los mismos ideales...

— Tal vez no del todo, aunque sí, me apoyarán como ahora lo hacen. Todos confiamos en que haya otra manera; tú deberías hacer lo mismo.

— No soy una idealista Astrid.

Cintia ya me ha dado la espalda, más no se mueve del sitio.

— ¿Qué vas a votar? –curioseo.

— Pensé... que el voto era secreto –comenta por encima del hombro.

— Claro, sí. Es y será secreto.

— Honéstamele no lo sé –Cintia se encoje de hombros con indiferencia–, creo que lo decidiré cuando tenga el papel en frente de mí.

Asiento para despedirla, aunque ella no me ve. Tomo un segundo para observar a los que vienen y van de puerta en puerta o de nivel en nivel. Les ha sentado bien tener algo para ocupar sus mentes los próximos días. Con esto podrán recesar del chip de las declaraciones.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora