Capítulo 86

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El camino se me hizo eterno, los nervios amenazaban con hacerme perder la cabeza y la culpa me comía el alma con cada segundo que el auto se deslizaba por las frías calles de la Seattle. Sentía las lágrimas pesadas en mis ojos pero me negaba a dejarlas salir.

Me repetía una y mil veces que estaba haciendo estó por mi hija, para salvaguardar su vida, alejarla de toda la mierda que rodeaba a Damián, y quizás él no me lo perdonaría nunca pero debía entender que estó era lo mejor. Me lo repetía para no dar la vuelta e irme de regreso a sus brazos.

No podía evitar sentir como sí en esa casa hubiera dejado la mitad de mi corazón, sus palabras no paraban de retumbar mi cabeza, la vehemencia con lo que me pidió aquello aún estando en medio de la inconsciencia realmente me hacía sentir la peor escoria del mundo.

No obstante mi otro yo -ese que me motivaba a seguir adelante- me repetía, me gritaba para qué recordase que se lo pedí muchas veces, le suplique irnos de allí y aún así él siguió imponiendo su querer sobre el de los demás, sobre el mío. Damián nunca cambiaría su forma de ser, siempre sería él, su actitud de dueño del mundo y el universo nunca lo abandonarían, y yo no buscaba cambiarlo, por supuesto que no, lo único que buscaba era hacerlo entender que no quería estar allí, que no quería volver a pasar por lo mismo que hace tres meses. Que de sólo pensar en que Mía volviera a estar en peligro se me erizaba la piel, el corazón me daba un vuelco y en mi estómago se acentuaba aquel profundo e incómodo vacío.

Estacioné el auto frente al aeropuerto, aún faltaba muy poco para que Cam abordara su avión. Solté un suspiro y limpie de mi rostro el rastro de una que otra lágrima que durante el camino se me escaparon. Después de verme mucho más relajada, observé el lugar que aún estando tarde estaba poblando de personas, unas que parecían felices mientras salían con sus equipajes del interior del aeropuerto, otras miraban con desespero entre la gente buscando quizás una cara conocida, otros tantos perdidos en sus pensamientos y con las caras más tristes y largas que alguien pudiese tener.

De seguro yo estaré entre estos últimos...

Con el corazón latiendo igual que desde que salimos de casa, tomé a mi bebé que ya había despertado y miraba todo a su alrededor con los ojos bien abiertos. Colgué su bolso en mi hombro y tomé el maletín con el dinero en mis manos. Salí del auto y cerré todas las puertas con el seguro para niños. Con las llaves en mis manos empecé a caminar abrazando más a Mía a mi cuerpo para que no sintiera ni un poco del frío que estaba haciendo.

Dentro el aeropuerto estaba igual de poblando que afuera, había gente caminando o corriendo de un lado a otro, el bullicio que provocaban hacía que mi cabeza doliera. Camerón me había enviado un texto hace rato, había dicho que estaría esperándome en la cafetería cercana a la sala de abordaje, así que sin más empecé a caminar con cuidado entre la gente.

Mía se movía en mis brazos queriendo salir de las mantas que la cubría y en algún momento empezó a llorar por no conseguirlo, su llanto sólo causó que me sintiera más frustrada intenté calmarla pero ya no había forma, era tan caprichosa como su padre y temperamento con sólo cuatro meses era verdaderamente desesperante. Su chupete se había caído en algún momento, y a no ser que tuviera uno de repuesto en el bolso, no pararía de llorar hasta que se durmiera.

Al llegar a la cafetería busqué con desespero y nerviosismo la melena oscura de mi amigo, pero no lo encontré de hecho por un momento pensé que había llegado muy tarde y que se había ido, pero de la nada su voz me hizo girar a la izquierda, estaba parado frente a una mesa y movía su brazos de un lado a otro para llamar mi atención.

Sonreí, hace mucho que no lo veía.

Me acerqué a él y él se acercó a mí ocasionando que nos encontráramos a mitad de camino, de inmediato tomó a Mía quien seguía llorando como sí su vida dependiera de ello, quizás sólo presentía que no volvería a ver a su padre por un largo tiempo y al igual que a mí la idea no le agradaba en lo absoluto.

No Puedes Escapar De Mí.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora