Capítulo 66

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—Escucha muy bien lo que harás— dijo rápidamente a Dan— tan pronto como veas la oportunidad de salir volando de está mierda lo haces. Las quiero a salvo.— puntualizó y mi corazón empezó a latir con velocidad.

—Si, señor.— respondió el hombre sin más.

—Y tú escúchame muy bien— se giró a mí— sí se te ocurre salir del maldito auto, juro que voy a matarte con mis propias manos— sus palabras no me inmutaron en lo absoluto, pues, sabía muy bien que eso sería lo último que haría en su vida.

—¿Que está pasando?— no respondió sólo tomó la parte trasera de mi cuello y con violencia tiró de mi cabeza hacia él, sus labios se pegaron en mis frente y luego me soltó para besar a la niña con la delicadeza que no tuvo conmigo.

—Las voy a sacar de aquí ¿Bien?— asentí sintiendo el miedo latente.

La puerta de la camioneta marrón del frente se abrió y el mismo viejo al que le escupí la cara un año atrás, salió de ella con una sonrisa triunfal en el rostro.

Quería matarlo, quería asesinarlo porqué con todo esto sólo buscaba hacernos daño.

—¡Querido Webster!— gritó frente a la camioneta con los brazos en el aire como una muestra de efusividad. De la misma camioneta marrón y de los autos siguientes empezaron a bajarse otros hombres— ¡Baja campeón! ¡Quiero verte la cara! ¡Hace mucho que no nos vemos!— asustada empece a mirar por toda la calle y en la maldita no había nadie además de nosotros.

Sin darme tiempo a procesar nada, el estúpido rubio abrió su puerta y salió, seguidamente dió dos palmadas a la ventanilla de la misma una vez que estuvo cerrada y el idiota de Dan puso los seguros para niños.

Tan pronto como Damián salió, de las camionetas tras nosotros también empezaron a salir nuestros guardias y Hansel.

Sentía mi corazón palpitar con fuerza, tenía miedo por mi hija, por mí, por Damián y Hansel. Por lo que nos pudiese suceder. Y aunque lo único que quería era llorar hasta que todo desapareciera, eso me parecía una estupidez.

Llorar no solucionaría nada.

Por ello me mantuve quieta, expectante a lo que a continuación sucedería.

—¡Ahí estás campeón!— siguió con su falsa efusividad al mirar a Damián— ¡Cada vez más parecido a mi querido Christopher!—Damián caminaba hacia él sin ni un poco de miedo, todo él era soberbia, altanería y elegancia, eso era lo único que mostraba.—¡Vamos! ¡No te hagas de rogar! ¡Presentame a la princesa! ¡Quier ver a la reina!— Damián sonrió con frialdad.

Mi corazón dió un vuelco ante aquellas palabras ¿Que carajos buscaba con mi hija?

—Mi padre siempre decía qué el enemigo muchas veces está frente a tí,— dijo Damián con calma, con la misma calma que yo sabía muy bien que era fingida— Y él fué quien menos hizo caso a sus palabras, te tenía en frente desde niños...

—¡No, no, no!— interrumpió con rapidez— ya me cansé de hablar de tu padre— tan rápido como su cuerpo se lo permitió, sacó un arma de la parte de atrás de su pantalón de traje y apuntó a Damián a la cabeza. Solté un pequeño grito de horror— Quiero a tu reina y a tu princesa.— dijo sin más.

Damián rió con burla.

Él al también apuntaba a Ross, al igual que sus hombres apuntaban a los del viejo y viceversa.

—¿Quieres que les ponga moños también?— preguntó burlón— ¿Que color los prefieres? ¿Azul, naranja, rosa...?

Un disparo resonó por aquel lugar y me sobresalte al tiempo que la bebé empezaba a llorar. Dan de inmediato buscó algo con velocidad en la guantera del auto y sin esperar un sólo segundo me tendió unos tapones iguales a los que Hansel me dió una vez.

Eran parecidos a unos audífonos de música por lo que fué fácil tapar los oídos de la niña con ellos. Una vez que supe que mi hija ya no sufriría con ese sonido, busque por todos lados algún muerto, sangre, pero no había nada. Pues, la bala se había incrustado en el parabrisas del auto.

Ross nos había disparado.

Entonces Damián perdió el control; disparó su arma en la cabeza de varios hombre mientras que las detonaciones empezaron a sonar más, ellos contra nosotros, nosotros contra ellos.

Pude ver a Damián volver a levantar su arma en dirección a Ross y cuando estuvo a punto de matarlo uno de los hombres del viejo se abalanzó sobre el rubio, haciendo que la bala que antes iría a la cabeza del asqueroso anciano diera en su hombro.

Entonces ya no pude ver más, pues, Dan obedeció la orden que el rubio le había dado, y arrancó a toda velocidad. Enseguida puse mis rodillas sobre el asiento y miré por el vidrio trasero lo que sucedía trás nosotros.

Pude ver al viejo herido gritar al mismo tiempo que nos señalaba y casi enseguida el auto que estaba estacionada al lado de mi ventanilla arrancó en nuestra dirección, me desesperé, tenía unas enormes ganas de matar a la persona que venía allí dentro porqué sencillamente sólo quería hacernos daño.

Pero eso no fué necesario, pues, tan pronto como salió se detuvo al recibir algunas balas en la ruedas traseras por parte de Damián y otros de sus hombres.

Después de eso los perdí de vista, no supe más, sólo que Dan nos llevaría a casa y qué allí mi hija estaría a salvo.

El camino a la mansión fué realmente tenso, no podía parar de pensar en Damián, en Hansel, en lo que les podía pasar, en que quizás no llegarían a casa.

Quería llorar, de verdad quería hacerlo, me sentía frustrada, cansada, angustiada por mi bestia, porqué por más peleados que estemos yo nunca querría que le sucediera algo malo.

—Debes tranquilizarte, cariño— insistió Carmen nuevamente.

Estábamos en la habitación, Miá dormía en la pequeña cuna rosa que estaría aquí por un tiempo. Pero yo no podía parar de caminar de un lado a otro, Amelie estaba igual de preocupada, pero ella estaba sentada en un sofá del living de la habitación mirando por el ventanal con la vista pérdida mientras un Noah de diez meses recién cumplidos hace ocho días prácticaba su equilibrio mientras se sostenía del mismo sofá dónde estaba sentada su madre.

—No puedes pedirme eso cuando tú estás al borde del colapso, Carmen— murmure rozando la desesperación.

La mujer asintió y se fué a sentar mientras todo su cuerpo tiritaba de pura angustia.

Había pasado una hora desde que llegué a casa y ellos no daban señales de vida. La situación era realmente sofocante, sentía que la incertidumbre me haría devolver el estómago en cualquier momento.

¿Que pasaba? ¿Por qué no llegaba a amargarme la existencia con su estúpida forma de ser?

No te puedes morir, acabas de tener a tu hija. Tienes que disfrutar de ella.

Por favor no te mueras...

De la nada los gritos de Clarisse desde la parte baja de la casa llegaron a nuestros oídos, instintivamente todas nos miramos para luego salir a toda velocidad hacia allá, Amelie tomó a Noah en brazos, el pequeño sin entender la angustia e incertidumbre que nos poseía a todas, empezó a carcajearse a medida que Amelie corría y él parecía estar brincando.

Cuando llegamos a las escaleras pude ver el porqué de los gritos de mi amiga; Hansel sosteniendo a Damián a su costado para que no cayera de bruces contra el piso. El rubio alzó su mirada y al verme sonrió como sí nada.

Estaba herido, estaba totalmente llenó de sangre, pero está sí era la de él.




No Puedes Escapar De Mí.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora