Capítulo 24

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Desperté debido a la inmovilidad en mi cuerpo, quería moverme y no podía, algo me lo impedía. Lentamente abrí los ojos hasta que muy apenas pude ver las cortinas blancas de la ventana cerrada. Mi cabello está revuelto por toda mi cara, a tal punto que me molestaba. Quise levantar mi mano para apartarlo pero de nuevo no pude moverme.

Con dificultad giré mi cabeza hasta que mi nariz rozó con la del rubio. Esta vez no solo su pierna estaba sobre mí, sinó también casi todo su cuerpo, su brazo pasaba por encima de mi espalda y hasta acorralarme y no poder mover ni un brazo.

Él por otro lado seguía dormido como un bebé, sus pestañas rubias caían con delicadeza sobre sus pómulos y sus preciosos labios rojos estaban entre abiertos. No sabía que hora era, pero de seguro era casi medio día, pues ayer habíamos estado despiertos hasta después del amanecer, y cuando ambos estuvimos exhaustos y plenamente complacidos decidimos dormir.

Estábamos completamente desnudos bajo las cobijas, y yo quería ir a ducharme, así que con cuidado empecé a moverme hasta que él aflojó su agarré y salí de la cama. La habitación estaba hecha un desastre, en el piso había almohadas unas alejadas de las otras. Ni idea de cómo habían llegado a allí.

Mi vista cayó sobre nuestra ropa, cada prenda en un lugar diferente. Con rapidez y silencio empecé a recoger mi pijama, mis pantys, sus boxer y por último su chándal y antes de entrar a la ducha tiré las prenda en el cesto de ropa sucia, no quería que nadie viera eso cuando vinieran a areglar la habitación. Luego empecé a caminar a la ducha pero mi reflejó en el espejo del lavado llamó mi atención.

Estaba toda despeinada, mi cabello parecía tener vida propia, se veía bastante enredado, hice una mueca por ello. Luego bajé mi vista a mi cuerpo, podía ver la mitad de él ya que el espejo terminaba en mi cintura.

En uno de mis redondos pechos había un pequeño círculo rojo, y quise golpear al rubio. Bajé la mirada de mis pechos y y seguí por mi abdomen plano, mi vista se detuvo en mis caderas dónde estaban marcados sus dedos. Volví a mirar mis ojos oscuros.

-¿En serio tuviste sexo con el hombre que te secuestró? - pregunté a mi reflejó.

Sí, si tuve sexo con mi secuestrador, y además de eso era el mejor sexo que había tenido hasta ahora. Me estaba contagiando su locura, lo sabía, y talvez algún día me arrepentiría de ello. Pero justo ahora lo único que quería era volver a repetir cada beso, cada caricia, cada roce y cada posición de la noche anterior.

Negué mientras me miraba y luego decidí vaciar mi cabeza e ir a la ducha. Salí de la lluvia artificial, fuí al armario me vestí con un short de jeans y una camisa simple de color blanco que llegaba hasta mi cuello para que la marca que el rubio había dejado en mi pecho no se notara. Después que desenrede mi cabello y lo dejé aceptable para mi vista, salí del armario.

Mi vista de inmediato buscó el cuerpo de Damián y lo halló en el mismo lugar donde lo dejé antes de ir al baño. Estaba boca abajo sobre la cama, ahora en lugar de mi cuerpo abrazaba una almohada y la cobija solo tapaba su respingon y bonito trasero. Una bella vista sin duda, pero yo tenía mucha hambre y necesitaba comer.

Sin hacer ruido avancé hasta salir de la habitación, y bajé las escaleras, y luego fuí directo a la cocina.

-¡Ám! - llamó Clarisse apenas me vió entrar y yo le sonreí- ¡Carajo! Pensé que te habían matado después de intentar ayudar a Lie- reí. - ¿Que sucedió? ¿Por qué bajas a está hora?

-¿Que hora és? - pregunté.

-La una de la tarde.- levanté las cejas con sorpresa, ella tomó mi mano y me hizo caminar a la mesa. En la cocina no había nadie más- ¿Dime que pasó? ¿Te ocasioné un problema con el señor? Sí es así, lo siento mucho...

No Puedes Escapar De Mí.©Where stories live. Discover now