Capítulo 56

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—¿Por fin has decidido un nombre?— preguntó Amelie.

Negué mientras reía viendo a Noah saltar con entusiasmo en mis piernas. El pequeño pelinegro contaba ya con nueve meses y medio, a medida que crecía su comportamiento era cada vez más efusivo, ahora no sólo sonreía con facilidad sino también que a cualquier hora del día y por el motivo más mínimo que se pidiese imaginar las carcajadas del niño inundaban la enorme mansión llena de adultos.

Era fascinante venir aquí y escuchar sus carcajadas desde el pasillo, su dulce risa me llenaba el alma de ternura.

—Hemos decidido esperar un poco más.— sonreí deteniendo al bebé debido al cansancio en mis brazos por sostenerlo.

Esté bebé sí que era pesado y grande, sus regordetas piernas incitaban únicamente a comertelas a besos, sus mejillas aún más.

—¿No quiere llamarla como su madre?— preguntó Carmen.

Me encogí de hombros.

Quizás sí quería llamarla como su madre, pero el hecho de qué yo también quisiera ponerle el nombre de la mía ocasionaba que no nos decidieramos por completo.

Es decir, Ambos amabamos a nuestras madres, ambos queremos llamar a nuestra única hija como nuestras mamás, pero el elegir un nombre ocasionará entre nosotros una especie de conflicto, o algo así.

Así de estúpidos somos...

Sin duda lo mejor será buscar otro nombre para mi hija.

—Llamala como su tía Clarisse— Propuso la castaña y reí.

—Por supuesto, sólo debes convencer a su padre— se burló Callie y Clarisse hizo una mueca de horror.

—No Ám, el nombre que elijas será perfecto— se retractó rápidamente y todas reímos.

—Señora Carmen— la voz de Evelyn entrando a la cocina hizo que todas la miráramos.— Encontré estó bajo la mesita del living.

Le tendió una fotografía a Carmen y esta última la tomó y tan pronto como la miró una enorme sonrisa nostálgica se apoderó de sus labios rosados.

—¡Oh por dios!— exclamó y fruncí el ceño— Ven Helen, mira estó.

Como sí de un rayo se tratase Helen dejó lo que hacía para ir con su amiga, al ver la foto en las manos arrugadas de Carmen, su reacción fué exactamente la misma que la de la nana.

—Nuestro pequeño Dami.— murmuró con ternura.

¿Dami?

¿Hablaban de Damián?

—Ven pequeña— llamó Carmen en mi dirección.

Y como buena amante del chisme, no espere que volviera a llamarme.

Con Noah en brazos me levanté de mi lugar y camine hacía ellas. Helen besó la frentecita del bebé y este rió al mismo tiempo que se movía frenéticamente, después de eso la tía de Clarisse volvió a lo suyo.

Carmen por otro lado me ofreció la fotografía con una enorme sonrisa, la tomé y haciendo malabares para alejarla lo suficiente para que Noah no pudiese alcanzarla, una vez que lo conseguí puse mis ojos sobre ella.

Un bebé. Un niño rubio, muy rubio. Ojos azul cielo, tan claros como hermosos. Tenía una hermosa y grande sonrisa dónde muy a penas se mostraban cuatro pequeños dientecitos.

No Puedes Escapar De Mí.©Where stories live. Discover now