capítulo 28

30.9K 1.6K 589
                                    

Casi no había podido dormir en toda la noche, mi mente estaba divagando de un lado a otro, no podía dejar de pensar en el test y su maldito resultado. Después que me permití llorar hasta que ya no pude más, recogí el pedazo de plástico que había tirado en el piso y luego lo escondí en la última gaveta de mi mesita de noche. No quería que nadie supiera nada.

El cuerpo del rubio sobre mi espalda empezó a moverse, quitó su pierna de encima de mí y luego me sentí nuevamente libre cuando su cuerpo volvió a la cama. Estaba enojado conmigo, pero eso no le impedía a su cuerpo aplastarme en medio de la madrugada.

—¿Sigues enojada?— preguntó al ver que ni siquiera traté de ponerme de lado cuando bajó de mí. Ya me había acostumbrado a permanecer boca a bajo con él encima.

—El enojado eras tú— le recordé en un susurró, después que le propuse lo de Joseph ni siquiera quiso volver a hablarme.

—Por tu culpa— puse los ojos en blanco aún
sabiendo que el no podía verme.

No respondí nada, mi mente estaba mucho más ocupada buscando posibles soluciones para lo que ahora sí era un problema. Al percibir mi silencio, tomó mi cadera con una mano y sin mucho esfuerzo hizo que mi espalda pegara de la cama y mis ojos ahora pudieran ver los suyos.

—Ya no estoy enojado muñeca— se subió encima de mí y empezó a besar mi cuello.— Tú tampoco debes estarlo— besó mi mejilla y luego miró mis ojos—Todo estará bien— ¡por supuesto que no! Nada estaba bien— volvió a llevar su boca a mi cuello— te he hechado mucho de menos.— susurró en mi oído y continuó a basándome.

Dejé que sus caricias y sus besos adormecieran mis pensamientos, ya luego seguiría atormentadome con el tema del bebé. Sus manos tomaron el final de la camisa de mi pijama y en cuestión de segundos la quitó de mi cuerpo dejando mi torso totalmente desnudo. Bajó su boca de mi cuello a mi clavícula y de ahí a mis pechos. Cada vez que succionaba, de mi garganta salían pequeños gemidos de placer.

Dejó de besar mis senos y empezó a dejar un camino de besos por todo mi abdomen plano, no pude evitar pensar que de alguna manera estaba besando a su hijo. Era imposible no pensar en eso, en que llevaba un hijo suyo en mi vientre.

Y quería decirle, quería hacerle saber lo que estaba sucediendo ya que esa era uno de mis tormentos principales; decírselo, pero tenía miedo, mucho miedo, yo fuí testigo de como trato a Dana cuando ella bromeó con estar embarazada.

Era más que obvio que él no quería un hijo.

.....

—No es tan grave cómo parece, Ám— susurró Amelie tratando de hacerme sentir bien.

Estábamos las dos solas en la piscina, llevábamos aproximadamente una hora aquí y en todo ese tiempo no había parado de llorar.

—Lie, para tí no es tan grave— susurré— quieres al padre de tu hijo como él te quiere a tí— talvez si el niño en mi vientre hubiese llegado en otro momento, cuando yo supiera exactamente que era lo que sucedía conmigo y Damián, no fuera nada grave, incluso estaría contenta— tu bebé no es hijo del hombre que te secuestró.

—Pero nena, tú misma dijiste que habías aceptado ser su novia— dijo confundida— ¿A caso lo aceptaste por miedo?  ¿No lo quieres?

—No es eso Amelie— volví a hablar en un susurró mirando fijamente el agua quieta de la piscina— yo siento que lo quiero, que lo quiero mucho— aclaré— tanto que aún pudiendo irme no lo he hecho— Amelie levantó las cejas con sorpresa— pero ese no es el problema, lo que me impide aceptar a esté niño—limpie mis lágrimas— es que no estoy segura sí lo que siento por él es realmente cariño— trague saliba y miré sus bonitos ojos azules oscuros— o simplemente estoy mal y he estado confundiendo el cariño con los síntomas del síndrome del que me hablaste.

No Puedes Escapar De Mí.©Where stories live. Discover now