Capítulo 37

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Después de aquél día en que volví ver a Camerón, y en el que le dispare al hombre que intentó secuestrarme, ví el tiempo pasar velozmente, tan rápido que una mañana desperté y Damián me hizo saber que Amelie y Hansel se habían marchado en la madrugada a la clínica para darle la bienvenida a su hijo.

Esa misma mañana convencí a Damián de ir a conocer al pequeño Noah, y allí también conocí a la madre y hermano de Amelie. La señora Amy; una mujer muy dulce y maternal, con la que casi enseguida tuve un muy buena relación. Y Liam; un chico muy divertido, y bastante parecido a su hermana, era mayor que yo por un par de años, y aunque me caía muy bien, sólo pude hablar con él menos de cinco minutos porqué luego apareció la insoportable y celosa bestia para llevarme con él a otro punto del hospital.

Después de dar a luz Amelie se iría a casa de su madre los primeros dos meses de vida de su pequeño hijo, y durante ese tiempo Hansel sólo venía a la casa en las mañanas y antes de que el sol se ocultara se regresaba a casa de su suegra.

Con respecto al intento fallido de secuestro no sabía nada más, Damián se esforzó bastante por mantenerme al margen de todo sus asuntos turbios. Pero en definitiva se había vuelto mucho más estresante con el tema de la seguridad.

Habían pasado dos meses ya desde lo sucedido y en todo esté tiempo sólo había podido ir a ver a Camerón un par de veces como mucho, y eso porqué había dejado la piel para convencer a mi bestia, pues, él se negaba rotundamente a que saliera para evitar cualquier atentado en mi contra.

Y aunque sólo me permitió salir en dos ocasiones, cada vez que lo hacía debían ir conmigo más de tres hombres, y el tiempo fuera era monitoreado, no podía salir ni un minuto antes, ni uno después de la casa, y lo mismo debía hacer a la hora del regreso.

Chris, la bala que aquél hombre le propinó en el estómago perforó levemente un órgano, pero a pesar de eso el chico se recuperó bastante rápido, y había regresado hace un mes al trabajo, y la verdad se veía como nuevo. Damián le dió una recompensa por haberme protegido, y renunciado a todo lo que le ofrecían por dejar de hacerlo.

Ahora Chris se había vuelto algo parecido a mi guardaespaldas fijo, es decir, así vinieran dos o tres hombre para cuidarme en cada salida que hacía, Chris tenía que ser uno de ellos. Desde entonces también se había vuelto mi amigo.

-Ya llegaron- la voz de Callie me hizo salir de mis pensamientos, y con una sonrisa me levanté de mi lugar para empezar a caminar junto a ella y las demás al patio principal.

Finalmente los dos meses que Amelie estaría en casa de su madre se habían cumplido, y justo como dijo Callie, acababan de regresar junto a al pequeño bebé Noah.

Salimos de la cocina a paso veloz, las chicas estaban muy emocionadas por conocer en persona al bebé de nuestra amiga, pues, a diferencia de mí que lo ví cuando apenas tenía unas horas de haber nacido, ellas sólo lo conocían por fotografías.

Una vez fuera de la enorme casa, pude ver la camioneta negra estacionarse y sonreí. La risa de Evelyn que se encontraba algo alejada de nosotras hizo que pusiera mis ojos en ella y la persona que la acompañaba: Chris. Con el pasar de los días me había enterado que la linda chica de cabello oscuro, y Chris eran primos, por ello su reacción cuando el leal hombre llegó malherido aquella tarde.

El chillido de Clarisse hizo que dejara de mirar a los primos y volviera a poner la mirada en la camioneta de la que ahora estaba saliendo Hansel con la silla portátil de bebé en sus manos. Sin esperar más todas nos acercamos al pelinegro con la única finalidad de ver al pequeño niño que descansaba en la sillita.

Era una total belleza ese pequeño. A sus dos meses de edad era la viva imagen de su padre; ojos grises, una abundante y hermosa melena tan negra como la de Hansel, quizás hasta tendría el tamaño del su progenitor, pues, para tener sólo dos meses estaba bastante grande.

No Puedes Escapar De Mí.©Where stories live. Discover now