ASTARYAM. [EDITANDO]

Capítulo 70

                                  HAYDEN

¿Cómo alguien tan hermoso puede ser tan feo a su vez?

Lo sentía.

Ahora sí podía reconocer su presencia.

Pero el deseo de estar físicamente con Ax no desaparecía. Lo quería. El cuerpo me pedía su calor, su roce.

—¿Crees que volverme loca puede hacer que me aleje de Axael?

Rechinidos en la madera.

—No estoy para negociar. Voy a tirarme a tu hermano y espero reventar esta cama en tu honor.

Silencio.

Apreté los puños otra vez.
—Voy a quitarme cada caricia que me diste de la piel. Haré lo que sea.

Tras decir eso explotó la madera del techo. El círculo que me encerraba se deformó y así la capa de brillo desapareció.

“Vas a tener que rezar muy fuerte para que dios escuche”

Podía salir.

Era libre.

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                                  AXAEL

—No puedo hacer eso, mocoso.

Pasé las manos por mi frente sintiendo como el cuerpo me palpitaba. Era como si tuviese una llama en el pecho.

—Eres un arcángel, puedes hacer lo que sea ¿no es así?

—Exacto. Pero no pienso hacerle un favor a un bastardo que quiere tirarse a mi hija con desesperación. Hasta te suda la maldita frente por controlar la cosa entre tus pantalones. Patético.

Eisah se paseó por la sala.
—Sólo hay una cura para ellos.

Asentí.
—Escuché que Astaryam está haciendo una especie de motín en el infierno. Corre la voz de que mi padre dejó de ser un buen rey...muchos creen que uno de mis hermanos debería tomar su puesto.

Miguel abrió los ojos en sorpresa.
—No puede estar pasando tan rápido.

—¿Qué? ¿acaso sabías que pasaría?

Él alzó una ceja.
—Soy más impresionante de lo que me veo. Aparte de atractivo sé el futuro, gozarías de eso si no fueras una cucaracha del infierno.

—Tienes que ir a por Astaryam.–dijo eisah.
—Antes de que ellos se...–guardó silencio.

—¿Ellos qué?-pregunté.

Miguel soltó un bufido de cansancio.
—Antes de que ustedes dos rompan con el débil lazo que tiene Hayden con Astaryam. Si tú y ella no aguantan esa maldita calentura humana, tu hermano los matará a ambos. Está escrito.

Morir y volver a casa.

Pero con las ganas satisfechas.

Con sus besos tallados en la piel.

Su lengua como pluma suave en la boca.