Capítulo 37

326 29 0
                                    

                                  ÁLEXI

—¿Me estás pidiendo un beso?

Yo asentí.
—Sí.

Él sonrió de lado, las marcas de sus hoyuelos volvieron.
—Yo digo que no tenemos que hablar y que debemos echarnos un revolcón, pero ya.

Si no volvería a verlo de la misma forma en que ahora lo veo, aceptaría a todo lo que se le pasara por la cabeza. Dentro de unos días o incluso horas, nos veríamos como extraños.

Pelearíamos por cada centímetro cuadrado de la casa. Seriamos perro y gato.

¿Qué forma más buena de decirse “hasta pronto”?

— Y más vale que sea duro, porque no lo volverás a hacer en unas cuantas semanas, Astaryam.

Abrió sus ojos como si estuviese sorprendido.
—Malas palabras de una boca tan...-pegó su frente a la mía, estaba inclinado para llegar a mi boca.—Suave.

Me agarró el rostro de forma rápida. Me consumió, no podría decir que lo hice también con él porque no le llegaría ni a los talones.

Astaryam me probó la boca como si fuera un elixir, me sacó la respiración y reemplazó mis sentidos con calentura.

Sentía que me daba vida. Cada movimiento de su lengua me hacia jadear, bajó su mano a mi vientre. Metió sus dedos dentro de la camiseta y tocó mi piel sensible, aunque todo era sensible cuando él lo tocaba.

Era el fuego personificado.

Era peligroso, doloroso, incluso arrasador...pero vaya que calentaba.

—¿Me trajiste aquí para un hecho en específico?

Él no dejó de sonreír, colocó su dedo índice en mi boca y negó con la cabeza.
—A partir de ahora, cierro mi boca y tú también la tuya. La abrirás solo para darme esos malditos besos que me vuelven loco y por mi lado, toda mi saliva será para tu entrepierna.

Me temblaron hasta los pensamientos.

No podía arrepentirme ahora.

Se quitó el cinturón negro de cuero, la camiseta salió volando hasta dar al fondo de la habitación. Mordí mi boca, de sólo pensar que él iba a tocarme.

Me quitó la ropa, bajó mis shorts y gracias a que no usaba sostén el trabajo de desnudarme se le hizo más fácil.

Acomodó mi cuerpo en la cama, no me dejaba hacer nada. Era como si quisiera tomar el control de todo.

Se subió sobre mí, mis manos fueron inmediatamente a su pecho. Quería tocarlo, sentirlo, comprobar que era real y que me pertenecía su amor.

Astaryam hizo una mueca de dolor, algo masoquista de su parte fue soltar un leve y casi inaudible gemido de dolor.

Tomó el cinturón negro para luego moverlo entre sus dedos.
—Me entregaste el control mucho antes de que subieras aquí, no pienso dejarlo.

Amarró mis manos con una especie de nudo. Comencé a ponerme nerviosa de tan solo pensar que quizás haría cosas que...yo no conocía, que no podría tolerar fácilmente.

Miró mi pecho y pasó sus dedos por la línea delgada de mi busto.
—Está bien, angelito. Te conozco no haré nada que no te guste.

Abrí mi boca para pedirle que soltara mis manos, porque quería tocarlo maldita sea, pero él bajó hacia mi estómago.

Pasó su lengua por mi piel hasta llegar a mi feminidad. El escalofrío que recorrió mi espalda fue alucinante.

Presionó con su dedo suavemente mi entrada, cerré los ojos, tocaba tan bien. Como si supiera los movimientos perfectos para hacerme perder la jodida cabeza.

ASTARYAM. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora