N°4

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                                   HAYDEN

Hice que la sangre parara de bajar de mi nariz, oídos y boca. Pero no pude hacer nada con la que salía de mí feminidad.

Sangrar como Eva.

Quizás algo visto sólo como menstruación, pero esto era dolor puro. Esto sintió la primera mujer de la tierra.

Dolor en todo el cuerpo.
Sentía como la sangre salía y parecía desgarrar todo a su paso.

¿Por qué Uriel me condenaría a sangrar como Eva?

¿No bastaba con el dolor mental?

¿No estaba satisfecho con haberme separado de mi padre?

Axael me levantó el rostro.
—Hey, voy a cuidarte solecito.

Empujé sus manos de mi rostro.
—Cuidate el cuello, tu hermano parece molesto contigo ¿Ya lo olvidaste?

Ax parpadeó un poco. Lo tomó desprevenido.

—Yo no le tengo miedo a sus arrebatos ¿Y tú?

Chupé mi labio inferior. Se venía fuerte.

Estaba lista para eso y más.

—Apoyo al bastardo.–escuché cómo subía los escalones con toda tranquilidad.
—Soñé con ponerte mí lengua venenosa en todo el cuerpo.

Apreté los puños al oírlo.

—Cierra tu condenado hocico, animal.

Me acerqué a la cama en donde estaba Eisah. Su rostro quedaría marcado para siempre y era mi culpa. Esto no se me olvidaría jamás.

Liberé mis alas. Axael y Astaryam tuvieron que dar un paso atrás.

Abracé el cuerpo de mí mejor amiga.

Sentí su dolor. Sentí las quemaduras dentro. La forma en que sus órganos explotaron de la forma más lenta que existe.

Una pequeña y delgada lágrima escapó de mi ojo.

No era el dolor físico. Era costumbre para mí. Pero verla así, haberla hecho pasar por esto...no me lo perdonaría.

Mí cuerpo absorbió todas sus heridas y el de ella sanó completamente.

Limpié mi mejilla y Astaryam ya estaba con los ojos clavados en los míos.

—¿También tienes la vagina quemada? No me gustaría comerme algo en mal estado.

Le sonreí.

Estaba bromeando.

Él me devolvió la sonrisa.

Agarré el lápiz de la mesa de noche y se lo lancé contra la cara. La punta se le incrustó en la frente.

Una pequeña línea de sangre bajó por la mitad de su rostro.

Avanzó un poco.
—¿Tratas de excitarme?

Abrí mi boca unos centímetros, eso me dejó muy sorprendida. Era un imbécil. Él de verdad no entendía la situación en la que estábamos.

Se quitó el lápiz de la frente y lo lanzó al piso como si fuese una espina en su piel.

—¿Por qué volviste? ¿No te das cuenta que todos podemos morir por tu culpa? Finalmente lo veo, eres un ser inconciente que no ve más que su propio trasero. No puedo creer que dejé el cielo, mí paraíso, por alguien tan miserable como tú.

Caminé rápido a la escalera y con eso le di un empujón fuerte que lo hizo tropezar.

¿En qué pensaba cuando me fijé en él?

ASTARYAM. [EDITANDO]Where stories live. Discover now