2da parte, N°1

34 9 0
                                    

HAYDEN

—¿Tocaste a mí hija, gusano asqueroso?

Miré a mi padre con vergüenza. Le habíamos explicado cada momento, cada detalle y lo único que se le quedó grabado en la cabeza es que ambos reaccionamos luego de unos segundos y nos vimos desnudos el uno al otro.

—No lo sé...aunque pienso decirte que sí para joderte la cabeza.

—Cállate Ax.-me sobé la frente con exasperación.
—Lo que menos importa es eso en estos momentos.

Él se echó a reír burlón.
—Al parecer tienes la vagina más valiosa de la tierra, porque a causa de ella puedes provocar el apocalipsis.

Mi padre hizo una mueca.
—Es desagradable...¿por qué sangras de tu espalda? ¿Qué pasó?

No había contado ese pequeño detalle. Las alas eran importantes.

Nacías con ellas. Pero era tu responsabilidad el seguir teniendolas.

En mi caso era diferente. Si algo les pasaba a mis alas la única forma de traerlas de vuelta era esperar algún plan divino.

—¿Estás escuchando, hija?

Asentí.
—Sí, lo siento. Es que esto me tiene un poco aturdida. Creo que debe ser porque esa cosa me atacó o algo, necesito dormir un poco. Mí cabeza da vueltas.

Él lamió sus labios.
—Eres una pésima mentirosa cuando se trata de mí.

—¿Crees que es el momento adecuado para discutir esto?

—No puedes mentirle a un mentiroso...-pasó por mi lado de forma despreocupada.
—Y si vas a hacerlo, procura que el mentiroso no sea tu padre.

—Me cortaron las alas.-le solté.
—Y Axael está medio ciego.

Mí papá tomó aire unos segundos y nos miró a ambos. Eisah se acercó para tocarnos.

—¿Te duele mucho?

—No Eis, gracias. Estoy bien.

—Perdiste las alas que te di. Y estás así de tranquila, cuando cualquier ángel en su sano juicio se arrancaría la piel de las manos de la locura.

Y lo estaba.

Mí maldito corazón tenía otra grieta más.

Pero ya no quería perder la cabeza.

—Ya no quiero llorar más, padre. Estoy cansada. No me quedan fuerzas para estar triste.

Él asintió suavemente y sin previo aviso me abrazó. Me rodeó con los brazos fuerte, yo sentí lo cálido que era.

Cerré un poco los ojos, hace tanto tiempo que mí padre no me daba cariño.

—Mí niña....-murmuró.—...Te ayudaré a traerlas de vuelta, lo prometo.

—Sí, lo sé. Siempre estás conmigo.

Me acarició el cabello de manera tan suave que a penas sentí su toque.

Axael se aclaró la garganta interrumpiendo el momento.
—Muy lindo y todo, pero quien putas me ayudará a mi. Estoy medio ciego saben, con suerte distingo la cara de imbécil de tu padre.

Miguel negó con su cabeza suplicando al cielo un poco de paciencia.

—Eisah, ayuda a Axael con eso.

—¿Estás loco? No voy a tocarlo.

—En ningún momento te pregunté si querías hacerlo, no pedí tu opinión. Sólo dije lo que debías hacer.

—Papá, no le des órdenes. Si ella no quiere lo haré yo.

Mí padre nos miró a todos y asintió de forma desinteresada.
—Se acerca una tormenta. Debo volver al cielo, están esperando por mí.

—¿Qué tiene que ver eso?-preguntó la bruja.

—El cielo siempre reclama lo que es suyo...-finalicé al unísono con él.

—Estaremos bien. Todo se pondrá en órden.

Me tocó la mejilla con su pulgar.
—Me gustaría que no fuese así.

Antes de que pudiese preguntar a qué se refería desapareció dejando un viento tibio. Sonreí, aún no podía creer que Miguel era mi padre.

Me sentía su hija, claro.

Pero era difícil creer que una mujer logró llamar la atención y conquistarlo de tal manera que traicionó el cielo. Una locura.

—¿Hayden?

Miré a eisah. Ella pestañaba con lentitud.

—Lamento todo lo que dije y cómo te hice sentir. Sabes que te quiero con mi vida, siempre soportas todo de nosotros. Mereces el jodido mundo.

Ella se iluminó. Como si estuviese esperando algo así de mí parte, quería estar segura de que nuestra amistad seguía ahí. Normal. Fuerte.

—¿Tienes hambre?

Solté una risita.
—Claro que sí.

Ella fue a la cocina pasando por el lado de Ax. Le chocó el hombro con fuerza haciendo que él la mirara ofendido.

Se limpió la camiseta que estaba manchada de sangre y dejó caer su peso al sillón negro.

—Ve a lavarte, tengo que arreglarte ese ojo.

En vez de eso se quitó la camisa. Vi su torso desnudo y ese tatuaje en el hombro, la piel bronceada, esos pequeños cuadritos en el abdomen.

Aclaré mi garganta.
—No pedí que te quitaras eso.

—Ya lo sé, eres cobarde. Es por eso que yo solito lo hice ¿vas a ayudarme o no?

Miré el vestido rojo que había tomado prestado horas antes.

—Necesito que me ayudes a quitarme esto. No puedo moverme con tranquilidad.

—Como en los viejos tiempos.

Me giré para que desatará los nudos y me liberara del martirio que era usar un vestido de ese estilo. Debieron usarlo como método de tortura.

—Ya está.

La tela cayó al suelo y mi piel fue expuesta. Sus ojos exploraron mi cuello, abdomen, piernas e incluso pechos. Le di una cachetada para que dejara de mirarme.

—Quítate, cerdo.

—Y yo que pensaba que sólo te gustaba tirarte a las serpientes, ahora que lo pienso también te atraen sexualmente los cerdos. Estás perturbada, Hayden.

—No provoques que te deje completamente ciego. No me cuesta nada.

Guardó silencio como un niño regañado.

Me senté a su lado y pasé las manos por su rostro. Su vista se fue a otro punto de la casa. Agradecí mucho eso.

Toqué sus ojos un momento para notar al fin que en su córnea había un rasguño. No era posible.
—Tienes una herida grave en el ojo, comenzaste a cicatrizar rápido por eso de tu sangre pero es como...si tuvieras un poco de veneno allí, pareciera que el rasguño fuese mío. Es extraño.

—Si tú fueras la responsable mi ojo se habría caído al maldito suelo en segundos. Sé que fue astaryam.

—Él no pudo haber tomado tu cuerpo ¿por qué lo haría?

Me miró como si fuese algo obvio.
—No astaryam, su criatura interna. Él pero en forma bestial, ustedes estaban unidos espiritualmente eso significa que lo primero que se comprometió fueron sus almas. Los cuerpos pueden alejarse pero lo que aquí manda es la puta cosa que tienes adentro, se necesitan y eso es jodidamente perturbador.

—No quiero que venga.

Él mordió su labio.
—Yo creo que ya es tarde.

—No.–murmuré casi de forma brusca.—...Papá se fue recién, no puede esperar a...-Claro que sí.

—Se metió dentro de mí porque sabía que estaría aquí muy pronto como para poner un tipo de órden. Llegará en cualquier momento si es que ya no está en el bosque.

ASTARYAM. [EDITANDO]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon