Capítulo 44

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                                 HAYDEN

Hace mucho tiempo que no veía la histeria en sus ojos. La ira carcomiendo su semblante sereno, se veía como si quisiera rompernos la cabeza a todos.

La desesperación siempre hace sacar lo peor de nosotros. Y él era un demonio, nunca sale nada bien.

Tenía muchas preguntas en mi cabeza. Estaba atozigada por la figura de mi padre, por Eisah que se comportaba extraña.

Ax que decidió marcharse.

Y Astaryam, sobre todo él. Quien había perdido la movilidad en las piernas, todo gracias a mi padre.

No podía controlar a una persona si yo estaba igual de desesperada que él. Era ilógico.

—Lo planeaste todo ¿no es así? Me dejaste en esta cama quizás por cuánto tiempo y ahora querrás llevartela a ella.

Mi padre rodó los ojos e hizo un gesto con la mano en señal de que no le importaba lo que escuchaba.

—Los quiero fuera, ahora.

—Astaryam siento no haber podido ayu...¡Sal, porfavor!-le gritó a Eisah.

Ella se recogió el vestido largo que llevaba y lo miró, con rabia dijo:
—Cuando te pones así eres idéntico a tu papi.

No dije nada pues yo sabía que era cierto. Él era más parecido a su padre que cualquier otro hijo.

Lucifer.

Hace Millones de años Dios creó a los Jerubines y los Querubines, pero también creo a los Arcángeles quienes eran seres superiores a un Jerubin ordinario. Uno de ellos era Lucifer, él era amado por todos los Ángeles. Pero al ver que los Ángeles amaban más a Dios que a él, dejó que la maldad lo consumiera transformándose en Satanás. Con su nuevo poder consiguió seguidores convirtiéndolos en seres terribles y con eso comenzó la rebelión. Dios al ver esto mando a una legión de Ángeles comandado por el Arcángel Miguel para detenerlos, al ser derrotados Dios como castigo Desterró a Lucifer y a todos sus seguidores al infierno por toda la eternidad.

«Cómo has caído del cielo, lucero de la mañana! Tú, que sometías a las naciones, has caído por tierra. Decías en tu corazón: «Subiré hasta los cielos. ¡Levantaré mi trono por encima de las estrellas de Dios! Gobernaré desde el extremo norte, en el monte de los dioses. Subiré a lo alto de las nubes, seré semejante al Altísimo.» ¡Pero has sido arrojado al sepulcro, a lo más profundo de la fosa! Los que te ven, clavan en ti la mirada y reflexionan en cuanto a tu destino: «¿Y éste es el que sacudía a la tierra y hacía temblar a los reinos, el que dejaba el mundo hecho un desierto, el que arrasaba sus ciudades y nunca dejaba libres a los presos?»

Al adversario de Dios se le llama «Satán», que significa literalmente enemigo u opositor. Paradójicamente, el Satán reflejado en los estratos más antiguos de la Biblia nada tiene que ver con ángeles caídos, ni con demonios corrientes, ni con el origen del mal... simplemente es un ángel a las órdenes de Yahvé encargado de ciertas tareas desagradables. Es más adelante cuando Satán ocupa en la narración el puesto del antipoder frente al Dios Creador, aunque la existencia de este antipoder se intuye ya en el Génesis.

En el Nuevo Testamento, a Satanás se le nombra como «Diablo», que viene del verbo griego «diaballo» (acusar). Otros apelativos que recibe Satanás son Legión, Príncipe de los demonios, Beelzebub, Mentiroso, Padre de la mentira, Pecador desde el principio, Tentador, Maligno, Espíritus malignos, Espíritus inmundos o impuros, Homicida desde el principio, Señor de la muerte, Dragón, Serpiente antigua, Belial, Dios de este mundo, Poder de las tinieblas.

ASTARYAM. [EDITANDO]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu