Capítulo 48

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                      HAYDEN

Hélix se fue al rato.

Intentó convencerme un poco más hasta que pellisqué su brazo para que se fuera.

Dejé a Eisah descansar de mis problemas, necesitaba tiempo para ella.

No quería que se aburriera de mí. Lidiar con una amiga que tiene un desastre como vida debe ser muy irritante.

Me escabullí al ático.

Primero me asomé un poco y luego ya me hice ver por Astaryam. Él trataba de ver por la ventana pero la cortina estaba tapando la mitad de la vista.

Rápidamente la corrí para que pudiese ver el cielo.

Me miró un poco. Yo le sonreí de labios cerrados, corrí a su lado cuando vi sus dientes perfectos en una sonrisa.

Él soltó un suspiro cuando me metí entre sus brazos. Sabía que no estaba feliz, era alivio lo que sentía. Pero debía disfrutarlo con él.

—¿Te sientes mejor?

—Tengo comezón en mi espalda pero sí, estoy bien hoy.

Achiné los ojos instantáneamente. Metí mis manos en su camiseta para así llegar a tocar su espalda y lo rasqué.
—Sabes que no hablo de eso.

—Si sabes que no ¿por qué rascas mi espalda?

Le enterré las uñas un poco, él soltó un pequeño quejido.

Muy excitante, pero debía frenar esos pensamientos ahora.

—Estoy aliviado, Ax se ve horrible pero está bajo nuestra protección ahora. Eso me dejará dormir bien por las noches.

Besé su pecho unas cuantas veces. Él me sujetó la cara y me obligó a mirarlo hacia arriba.
—Gracias, angelito.–murmuró.—Si no hubieses sido tan valiente él nunca habría estado aquí. Eres mi pequeño sol. No puedo pensar en qué haría si no tuviese tu cara tan linda cerca de mí.

Ésa era una pequeña demostración de cuánto me quería. Quizás podía leer eso en muchos mensajes, libros, en cualquier otra persona. La diferencia es que Astaryam era así sólo conmigo, las palabras dulces eran mías. Siempre.

—Necesito hablarte de una cosa. Decidí contártelo antes de que sea más grave.

Él se incomodó mucho. A tal nivel que su espalda se tensó.
—¿Estás...estás embarazada?

—¡Claro que no!–casi grité. —¿Por qué piensas eso?

Él soltó el aire retenido en sus pulmones.
—No lo sé. Ése tono me hizo pensar que sí, creo que casi se me revienta el corazón.

¿Por qué le asustaba tanto? Creí que no podía concebir cuando liberase mi parte celestial.

—Astaryam, no. Es algo que tiene que ver con todos los de la casa.

Inmediatamente su rostro cambió.
—¿Qué pasa?

—Sé que vas a enfadarte porque no te lo dije antes. Aún así tomaré el riesgo...resulta que se acabó el dinero y ya no hay más comida.

Ver su rostro me recordó a los años 1800, cuando no teníamos qué comer.

Bajó su mirada a sus piernas. Yo me crucé y coloqué mis manos en ellas.

—Pienso en trabajar junto a Eisah. Creo que sería buena idea pedirle trabajo a Michael, es un buen amigo.

Astaryam se frustró.
—Es la peor idea que te he oído dar desde que convenciste a Eisah de ser prostitutas.

ASTARYAM. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora