Capítulo 26: Dicen que la segunda parte siempre es la más interesante

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-Mn.

-Ah, como siempre, amor mío, me conquistas con tu oratoria.

Lan Zhan alzó una ceja, pero su novio no estaba mirando. No hacía falta que le dijeran que las palabras no eran lo suyo, así que siempre tenía a mano otra clase de herramientas para lidiar con Wei Ying. En ese momento lo que usó fueron sus dientes en el cuello del presentador y las manos debajo de su camiseta. El más joven no tardó en reír y estremecerse.

-Lan Zhan, ¡eso es jugar sucio! -Se quejó-. Ni siquiera había terminado de hablar. ¿Hasta dónde llega tu crueldad? -Por toda respuesta, recibió un mordisco en la nuca un poco más fuerte que el anterior-. ¡Vale, vale! ¡Tú ganas! ¡Lan Er-gege, estoy a tu merced!

Como siempre, por supuesto. Siempre estaba a su merced, y le encantaba. Y, al igual que su hermano pequeño, también usaba ese hecho como distracción. Prefería dejarse llevar por la pasión irrefrenable de los Lan, porque sabía que si seguía hablando y pensando acabaría dándole vueltas a todo lo que podía salir mal el día siguiente, y no le apetecía. Mejor así, se dijo a sí mismo mientras se fundían en un intenso beso.

Al final confiaba en que todo saldría bien.

***

Jiang WanYin se dejó caer detrás de su escritorio como si acabase de perder toda la fuerza que le quedaba a sus piernas para sostenerse. Miró abatido a la pila de papeleo que se le había ido acumulando encima de la mesa aquella desastrosa mañana de jueves y luego a la carta que acababa de recibir de manos de Lan JingYi. Conteniendo un bufido apoyó la frente en las manos y, solo por un par de segundos autocomplacientes, se quedó así, en silencio y con los ojos cerrados. Después decidió que era hora de volver a la realidad, esa que tanto (no) le gustaba.

Aunque alguno de sus discípulos había tenido la buena voluntad de dejar en la mesa de su despacho una bandeja con té y un refrigerio, la bebida ya estaba fría y él tenía el estómago cerrado gracias a su sueño. El líder del Loto la hizo a un lado sin demasiado cuidado, pensando que ya cenaría algo más adelante. También apartó el papeleo, demasiado saturado aquella mañana como para prestarle atención a los asuntos económicos, siempre tan tediosos y extenuantes. Prefirió centrar su atención en la carta de Lan XiChen, pero debía confesar que el solo abrirla provocaba que se le cortase la respiración. Una pena que tuviese que hacerlo sí o sí o también. Si Lan XiChen había enviado personalmente a JingYi —uno de los discípulos más aventajados de Gusu Lan, contra todo pronóstico— entonces debía ser algo urgente. Importante como mínimo. Y confidencial. Quizá estuviese relacionado con Jin Ling o quizá con el otro. O con los dos al mismo tiempo, cosa que no dejaba de parecerle tanto probable como aterradora. Así, con determinación renovada se decidió a abrir la misiva de los Recesos de la Nube. Olía a sándalo, y dejó impregnado su aroma en la hoja del estilete que Jiang WanYin empleó para cortar el sobre. El sutil perfume le resultó refrescante y relajante; logró que se sintiese solo un poquito mejor de forma involuntaria.

Le encantaba ese perfume.

"Estimado Jiang WanYin."

La carta comenzaba con trazos elegantes, más dirigida como algo personal hacia él mismo que como un asunto oficial. Aunque la letra en general parecía algo más rápida que de costumbre, su nombre estaba escrito con la más esmerada caligrafía. En su cabeza se llamó estúpido, porque solo con eso le hacía sentirse especial.

"Lamento lo inesperado de mi carta, pero me sentí en la obligación de hacerte llegar esta información lo antes posible." Pues más le valía que fuese importante. Desde luego, no se asemejaba a su correspondencia habitual. "Tengo en mente dos asuntos a tratar, pero intuyo que ninguno de los dos será de tu agrado."

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Where stories live. Discover now