Capítulo 25: Interludio y pausa para la publicidad en el Muelle del Loto

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-XiChen...

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-XiChen...

Jiang WanYin se despertó gracias al sonido de su propia voz resonando en sus tímpanos, a lo incómodo que se le hacía el roce de cualquier tejido sobre su cuerpo febril y al calor que sentía. Cuando abrió los ojos por primera vez ni siquiera se podía decir que hubiese empezado a amanecer. La noche clareaba, eso sí, pero en sus aposentos una persona normal apenas sería capaz de distinguir una o dos siluetas. No era así para los afinados sentidos de un cultivador, pero ni estos pudieron hacerle frente a la confusión que le invadió cuando su visión se aclaró y le reveló el cúmulo de sábanas arrugadas que le envolvía. A su alrededor, la cama era un auténtico desastre. Su almohada había caído al suelo, junto con la mayoría de mantas, y su cabeza reposaba directamente sobre el colchón. De primeras, eso le sorprendió. Estaba seguro de que no se movía tanto al dormir.

Aunque al principio no sabía ni dónde estaba, apenas le llevó un par de segundos darse cuenta de lo que había perturbado su inestable sueño, además del insoportable ardor acumulado en su vientre un poco por debajo del ombligo. Se había despertado gimiendo. Ese hecho le golpeó como una bofetada. Se había despertado gimiendo un nombre, y no cualquier nombre.

Se había despertado gimiendo el nombre de ZeWu-Jun.

Al principio, la realización hizo que se quedase paralizado entre las sábanas durante algunos segundos. Luego, en una especie de efecto retardado, ahogó un grito y se levantó de la cama de un salto, como si el mero toque de las sábanas le provocase graves quemaduras. Tuvo mala suerte, porque las piernas le temblaban, se había enredado en la tela y la cabeza le dio vueltas por lo repentino de su despertar. Tanto fue así que acabó cayéndose de la cama de una manera muy poco digna que —incluso sin ningún espectador presente— le hacía sentir que acababa de perder toda la poca cara que le quedaba. Y, por si pensaba que la situación no podía ser peor, al incorporarse de su caída notó un fluido viscoso deslizarse entre sus piernas. Se quedó congelado en el acto al darse cuenta.

No solo se había despertado gimiendo el nombre de ZeWu-Jun... ¡Había estado a punto de correrse mientras soñaba con ZeWu-Jun!

Agarrándose a lo primero que pudo para mantenerse estable, Jiang WanYin se levantó por segunda vez. Cuando se encontró en pie no se atrevió a mirar hacia abajo. Era muy consciente de su estado, de lo increíblemente despierto y excitado que se encontraba. El estómago se le revolvió con un sentimiento muy parecido al terror y a la negación, pero ni eso pudo calmar su furiosa erección. Le costaba respirar, como si el aire no quisiera llenar sus pulmones. Debido a la alteración en el qi de su dueño, Zidian echaba chispas. En torno a su dedo, el arma espiritual se convirtió en el único faro de luz de la habitación, alumbrando su vergüenza. Tragó saliva. Su mano hizo una tentativa de dirigirse hacia el bulto entre sus piernas con la intención de aliviarse. Terminar lo que ya estaba a medias habría sido lo más lógico y razonable después de todo. Por desgracia a esa idea le sobrevino una imagen: el rostro acalorado de Lan XiChen mientras le besaba y le tocaba en sus sueños eróticos con una ternura que podría hacer que se fundiese allí mismo, deseándole.

Un chasquido resonó en el silencio del Muelle del Loto, pero por suerte no importunó a ningún discípulo durmiente. Jiang WanYin se abofeteó a sí mismo con la intención de deshacerse de aquellos desastrosos pensamientos que sin duda alguna lo categorizaban como manga cortada.

No le funcionó.

Con la respiración agitada, las pupilas dilatadas y la mejilla derecha enrojecida y adormecida, el cultivador salió de su habitación casi dando tumbos. Sus pensamientos eran un cúmulo de negativas, insultos hacia sí mismo y reminiscencias de su sueño que ni siquiera el aire frío de la madrugada podría calmar. Al cabo de menos de un minuto se encontró corriendo por los solitarios pasillos del Muelle del Loto, al lado de los lagos. Jadeaba y su expresión parecía desesperada. Poco le importaba no llevar nada más que la túnica interior que empleaba para dormir y unos tristes pantalones no demasiado limpios. Le daba igual todo, todo. Solo quería salir de esa vorágine en la que su cabeza se había hundido nada más darse cuenta de lo que le estaba pasando. Así que corrió y corrió, intentando deshacerse de la excitación que tanto le perturbaba y que no se sentía capaz de solventar. Corrió gritándose solo para sí mismo un reproche constante cada vez que su cerebro parecía querer sugerirle que lo que le estaba ocurriendo no era, de hecho, nada malo. Que simplemente se estaba enamorando, no había nada de incorrecto en eso. Pero no quería aceptarlo. No quería ni pensarlo. No quería ni plantearse que, al igual que en ese mundo de locos descrito por el otro, había caído en las redes del primer jade. Y no quería aceptar que todo el miedo que sentía no venía de la mano de haberse vuelto un manga cortada de la noche a la mañana, sino que en realidad se debía al pánico que le provocaba la certeza de que alguien como ZeWu-Jun jamás podría llegar a amarle.

Between  [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora