26_Mi Realidad (Amir)

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Justifica haciéndome sonreír.

— Te daré la razón. ¿Y bien? ¿Cómo me veo?

Cuestiono mientras echo perfume en mi cuello.

— ¿No vas muy formal para la ocasión? –indica–. Es decir, solo vas a tomar helado con tu novia.

— Sí tal vez, pero es la costumbre... y mi closet. No tengo más ropa aparte de estos tipos.

— Da igual, te ves bien. Estas hecho a la medida para lucir esmóquines.

— Vaya gracias.

— Que te vaya bien.

— Así será; nos vemos al rato.

Al instante me despido dándole un beso en la mejilla para trotar hacia el auto. Por supuesto conduzco sin licencia. Lo cual equivale a un pergeño capricho de chico elitista. Pues debo de vez en cuando tirar del hilo de los privilegios que me otorgan los apellidos que llevo.

Hacer uso de mi ficha individual del ciudadano para asuntos como el de la licencia, es uno de ellos. En consecuencia, cuando un policía me llega a pedir los papeles, y lee mi nombre, prefiere no levantar multas a Amir Balezcose Urbide.

— ¿Qué has hecho de mí, chica? Soy todo un rebelde: acabo de superar el límite de velocidad permitido en carretera para llegar hasta a ti –digo a Ainhara cuando aparco.

— ¿Y eso?

— Te extrañaba –expongo– ¿Existe para ello una mejor razón?

Atraigo sus cachetes yendo en busca de su boca con mis labios prestos para poseerla. Es increíble: como me siento, como mi cuerpo se recarga con una energía positiva cuando estoy cerca de ella. Olvido el cansancio y me encuentro capaz de poder con todo.

— No... –emite retirándose– no quiero.

Sus hombros lucen inquietos. Mientras yo no entiendo; solo la observo bajar la mirada.

— No quieres ¿qué? Besarme –conjeturo– ¿Ainhara no quieres besarme?

Esperaba cualquier sorpresa de su parte menos esta.

De repente el cumulo de la energía que siento se transforma en un enorme nudo palpitante, cargado de tensión en el centro de mí pecho.

— Tenemos que hablar.

— Hablar –repito sintiendo la alarma en el tono de mi voz–. ¿Ainhara de qué quieres hablar?

Puedo suponerlo, pero no quiero.

— Quiero acabar –suelta de repente–, esto; aquí y ahora –zanja con sus manos.

Marca con su señalamiento una línea que nos divide. Entretanto solo observo, como si le diera forma y color en mi mente.

— Ainhara...

Jamás me había pasado; jamás alguien me ha dejado. Ni mucho menos le he parecido repulsivo tanto como lo debela ella en su mirada. O con los pequeños gestos de su rostro. Entonces, ¿qué decir?

Quizá lo mejor es hablar con la verdad.

— No entiendo esta decisión tuya.

— Es tan simple como que descubrí la verdad.

— ¿Cuál verdad?

— No lo sé, ¿cuál verdad, Amir? ¿Me ocultas tantas?

— Ainhara...

— Por favor te pido que dejes de pronunciar mi voz como si intentases calmarme, o hacerme cambiar de opinión –en realidad lo ordena.

— Vale, bien, solo, solo quiero saber qué ocurre.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora