23_De Luto y Una Nota (Ainhara)

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A causa del ofuscamiento que me causó la discusión con Anahí y Ankara, me hago un ovillo sobre el sofá en la sala central del apartamento de Jimena. Para terminar, durmiéndome con unas ganas reprimidas de patear algo. Sin embargo, en la mañana el suceso nocturno parece estar olvidado cuando me despierto. De modo que ayudo a Jimena con la confección del desayuno e intento no dar pie a ninguna charla. Mientras que la psicóloga de alguna forma, gracias a su carácter perspicaz, descifra mi mal genio. O tal vez toda mi expresión hace evidente que me encuentro incómoda hasta con mi sombra.

Lo cierto es que me abruma bastante la idea de entablar una conversación a estas horas y con mi ánimo de borracho en plena resaca. Aunque claro, mi resaca es un cansancio emocional. Una tristeza y cierto luto palpitante que me remite a la noche del ataque al orfanato. No hay forma de que pueda borrarlo.

Ni creo que lo consiga nunca.

— ¿Qué tal dormiste? –averigua de repente.

Entretanto coloco la jarra con agua en el centro de la mesa, pues el desayuno está ya servido. Ella por su parte distribuye vasos y cubiertos en cada sitio.

Mis hombros se encojen por cato reflejo. Busco restar importancia al asunto, aunque es imposible hacer de cuentas que nada pasó. Pero tampoco quiero platicar al respecto y conociéndola, sé que esta pregunta suya tan inocente puede ser el inicio de una sesión informal que busca evaluar mi estado, o condición mental en proporción con el suceso que vivimos.

— Bien –los nudillos de alguien que toca a la puerta me salvan–. Yo abro –le digo.

Giro el picaporte encontrándomelo ahí, al pie del cañón, como siempre. De todos los que pudiesen estar a mi lado hoy, Ken es mi fiel deseo. Ha venido de negro; me abraza y antes de cerrar los ojos diviso otra silueta conocida detrás de él.

— Pasen –agrego al recuperar la distancia.

— Megumi, ¿cómo estás? –apremia la mujer en tanto la inspecciona.

— Me encuentro bien señorita Jimena –responde la recién llegada en tono calmoso.

— Ankara aparece en el acto e inaugura carrera hacia Megumi, quien recibe a su amiga feliz. A propósito de ello, todo tipo de discordia que pudiera haberlas separado, queda en el olvido. De modo que sin más explicaciones de por medio nos sentamos alrededor de la mesa.

Al terminar, junto conmigo se retiran Anahí y Ankara para cambiarnos de ropa. Debemos vestirnos de negro, pues de aquí saldremos hacia el entierro. Fue Jimena quien se encargó de facilitarnos algunas prendas que guarda de su juventud. Sin embargo, no son antiguas. Al contrario, lucen bien conservadas. Nos quedan un tanto holgadas, aunque no demasiado y a consecuencia de ello las tres reñimos en tono bajo para vernos al espejo.

Usamos la blusa metida por dentro del pantalón para disminuir anchura y el calzado al menos para mí no es problema. Llevo mis botas de siempre; mis campechanas botas de cuero negro.

— ¡Ara! –llama Ken desde el otro lado de la puerta.

— ¡Dime!

— ¡Tu novio está aquí!

Ante la noticia me aliso el cabello y voy a recibirlo. Entonces, cuando veo su rostro no digo nada. Lo abrazo en silencio. Aspiro su aroma; él me rodea con fuerza y suspira sobre mi hombro.

— Lamento mucho esa terrible noche –me dice al oído.

— Gracias por venir –susurro.

De seguro tenía planes, me digo, pues para hoy no habíamos acordado vernos. Por tanto, debo haberle alterado su rutina cuando lo llamé minutos atrás para pedirle que me acompañase.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora