6_Inesperado (Ankara)

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Después de pasar un agradable rato sumergida en mi mundo, flotando, dando brazadas y relajándome, tengo que regresar al orfanato para mi sesión con Jimena. Son todos los sábados y a veces intento huir de ellas, pero hoy, muy en el fondo, tengo ganas de asistir. Sin embargo, ¿por qué alguien tan cuerda como yo va a terapias todos los sábados?

Pues, la semana pasada mencioné mi mayor miedo que resulta ser no recordar mi pasado. Para dejarlo claro: no soy una rara como mis vecinas, pero sí debo recordar. Llegué al orfanato con cuatro años sin ningún registro mental de lo que fue mi vida antes de ese día. Jimena dice que debo haber pasado por un trauma que bloqueó mis recuerdos, por eso tengo citas con ella, solo por cumplir pues considero que no me ayudan en nada. Tan solo hemos descubierto que le temo al fuego, pero no hay una razón concreta que justifique eso. He visto la ropa que vestía el día que me encontraron cerca del orfanato y también mi acta de nacimiento incompleta; aun así, no logro recordar nada, ni un sueño u olor: nada.

Soy como un libro al que le faltan las primeras páginas.

Jimena, la Preceptora y Meg son las únicas que saben de mis sesiones. Prefiero que sea así porque se trata de mi mayor secreto el que me haría débil ante los demás, y a mí no me gusta esa sensación.

— Hola Ankara ¿Qué tal el día? –saluda Jimena con voz amistosa sin mencionar que llego diez minutos tarde.

— Tranquilo –cruzo mis piernas con gesto indiferente reclinándome en el diván.

— Ya veo. ¿Qué tal si comenzamos con los ejercicios? ¿O prefieres hablar?

— Comencemos. Dime: ¿qué vamos a hacer hoy?

— Retomaremos la regresión de edad, ya sabes lo que es, ¿cierto? lo hemos hecho otras veces.

Jimena es una mujer joven. No entiendo por qué lleva tantos años desperdiciando su juventud tratando de remendar a muñecas rotas. Ella se toma en serio su trabajo, lo cual acepto es algo digno de respetar, e incluso hasta de admirar. Aunque, en mi caso no agradezco mucho sus esfuerzos por mi causa.

— Sí lo sé. Hagámoslo.

La tarde se fue rápida tras acabar la sesión sin ninguna pista nueva. No obstante, la idea de recuperar mis recuerdos ha ocupado mi mente casi por completo en toda la tarde. Ahora que estudio para las evaluaciones sorpresas del colegio, es imposible que me concentre. Aunque aun así lo intento, pero le doy fin cuando alguien llama a la puerta del dormitorio. Capto un leve toque y voy a abrir, ya que Meg se encuentra en el baño.

— ¿Qué quieres? –interrogo a la niña con cara de pocos amigos.

— Eres Ankara ¿cierto?

— Sí.

— Hay un muchacho afuera que quiere verte.

— ¿Quién?

— Creo que se llama Ken

De repente cierro la puerta sin dar gracias de nada. Lo tomo en cuenta después mientras peino mi cabello y me digo que no fue algo muy amable de mi parte. Aunque en mi defensa debo admitir que la noticia, más allá de causarme una felicidad evidente, me ha puesto nerviosa al punto de tomar unas cuentas respiraciones antes de abandonar la habitación.

Ken comenzó a gustarme tres años atrás y a pesar de ser alumnos del mismo colegio, compañeros del mismo salón, o estar en varios momentos unidos por intereses comunes, nunca fuimos cercanos. Su persona favorita en este mundo es la desequilibrada de Ainhara, lo cual es como una patada el hígado porque puedo jurar que se ven como dos hermanos y nada más. En mi opinión preferiría tenerla de rival amorosa. Anahí por otro lado, también es su amiga; ella es el punto medio que divide las relaciones de Ken en su escala «KENARA» y los colegas terciaros con los que conversa de cualquier estupidez en esos minutos extras antes de que empiecen las clases, o cuando los maestros se retrasan de llegar al salón.

Legado de Pilares [ADN I] |Finalista Wattys 2021|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora